Quantcast
Channel: ARS OPERANDI
Viewing all 264 articles
Browse latest View live

Warhol: así empezó todo

$
0
0
Andy Warhol. Leg and Shoe, blotted line y acuarela sobre papel, ca. 1956. Imagen cortesía de Galería Theredoom

José Álvarez / Ars Operandi

En 1945, un joven y atribulado Andrew Warhola (n. en 1928) ingresó en el prestigioso Carnegie Institute of Technology de Pittsburgh, su ciudad natal. Lejos estaba aún la estrella que—cambio de nombre incluido—hará su eclosión un lustro después ya en la ciudad de Nueva York, adonde se había trasladado para afianzar su carrera artística. En el Carnegie Institute se gradúa en el 49 como Bachelor of Fine Arts, tras cursar los estudios de Dibujo Publicitario (Commercial Art). A diferencia de la mayoría de artistas de la época, que estudiaban bien en escuelas de bellas artes tradicionales o alternativas, como el Black Mountain College de Albers o la Hans Hoffman School Of Fine Arts, la formación de Warhol es esencialmente utilitaria, con un fin determinado, y no tanto al servicio del consumismo sin más como a hacer éste más atractivo. En su especie de autobiografía, cuaderno de meditaciones, ideario o como quiera llamarse su inclasificable Mi filosofía de A a B (y de B a A) (1975), Warhol define el papel del artista situándolo hábilmente entre sus propias coordenadas: "Un artista es aquel que produce cosas que la gente no necesita, pero que él—por alguna razón—cree que es una buena idea ofrecérselas. Es mucho mejor hacer Arte Comercial que Arte por el Arte, porque el Arte no aporta nada al espacio que ocupa, mientras que el Arte Comercial sí. (Si el Arte Comercial no aporta nada a su propio espacio, no tiene mercado.)".

Andy Warhol. Fruit Tree, tinta china sobre papel, ca. 1950. Imagen cortesía de Galería Theredoom

Para Warhol, los objetos de consumo han de ser atractivos, y su compra, placentera. En estos primeros años artísticos trabaja realizando escaparates en los grandes almacenes Bonwit Teller así como ilustraciones para celebérrimas revistas como Harper's Bazaar, Glamour y Vogue, o discográficas como Blue Note, para quienes diseñará portadas en la onda cool del momento. Su primer refrendo viene dado al ganar el prestigioso Art Directors Club Medal en 1952 por su trabajo The Nation's Nightmare, una ilustración para un programa radiofónico sobre el crimen y el consumo de drogas, recopilado y publicado como LP y cuyo anuncio en el New York Times a toda página causó sensación. En esta época, Warhol utiliza las técnicas aprendidas en publicidad. De ellas, la más característica de los 50 es la conocida como blotted line. La técnica consiste básicamente en realizar un dibujo a lápiz sobre papel de calco traslúcido, copiando una fotografía tomada de cualquier publicación. Una vez calcada la imagen a lápiz, los contornos se dibujan a pincel con tinta china, y se imprimen de forma rudimentaria sobre una hoja en blanco, para ser posteriormente coloreado el conjunto a la acuarela. El resultado es una imagen irregular, con contornos poco definidos y que puede seriarse, aunque todas las imágenes diferirán de la matriz. La exposición de Theredoom muestra una interesante serie de obras realizadas con esta técnica, que demuestra el temprano interés de Warhol por el abandono de la obra única y "original", hecho visible asimismo en piezas como Fruit Tree o Shruberry donde la utilización de una plantilla permite al artista repetir la imagen a discreción, clara prefiguración de trabajos posteriores.

Andy Warhol. Shruberry, témpera y anilinas sobre papel, ca. 1950. Imagen cortesía de Galería Theredoom

También arranca de esta primera época la obsesión warholiana por los iconos de la sociedad de consumo. Su trabajo para la I. Miller Shoe Co. despierta en Warhol un interés fetichista por los zapatos. En 1955 publica À la recherche du shoe perdu, una serie de dibujos sobre zapatos de fantasía inspirados por personajes célebres con textos de Ralph Pomeroy, series de las que recordamos sus famosas piezas en blotted line y pan de oro Golden Boot Elvis Presley y Judy Garland Boot. Este interés llegará a su culmen en la década de los 80 cuando Warhol realiza su serie Diamond Dust Shoes en la que a la tinta serigráfica añade polvo de diamante.

Andy Warhol. Shoe With Lace, tinta sobre papel, ca. 1955. Imagen cortesía de Galería Theredoom

Su virtuosismo con el dibujo le llevó a participar en la colectiva Recent Drawings USA que el MoMA llevó a cabo en el mismo año de 1955. Una amplia muestra de dibujos a bolígrafo, tinta y lápiz están presentes en la exposición de Theredoom, mostrando temas diversos que van desde sus simpáticos Cupids a retratos o bodegones sui generis

La exposición Todo empezó así... se completa con una especie de salto temporal con la adición de varios items sólo aptos para mitomaníacos como autógrafos sobre portadas de Interview (la dedicada a Michael Jackson, de 1982), reproducciones offset de series como Hammer & Sickle y Marilyn o carteles y flyers de diversas exposiciones. Esta variedad de coleccionismo tiene ejemplos excelentes como la famosa colección Gutman (Riccione, Italia), especializada en memorabilia y efímera warholiana. Es en definitiva una excelente ocasión para remontarnos a los inicios de uno de los más grandes creadores del siglo XX.

Andy Warhol. In the bottom of my garden, blotted line y acuarela sobre papel, ca. 1955. Imagen cortesía de Galería Theredoom

Andy Warhol
Todo empezó así...
Galería Theredoom 
Doctor Fourquet, 1-3, 28012, Madrid 
Comisario: Boyer Tresaco 
Hasta el 30 de julio

PhotoEspaña (2) Linarejos Moreno, fotografía expandida

$
0
0
Vista de la exposición en el Pabellón Villanueva del Jardín Botánico© Marina Fertré

Ángel L. Pérez Villén / Ars Operandi

La presencia de Linarejos Moreno (Madrid, 1974) en esta edición de PhotoEspaña es triple, pues además de las exposiciones del Jardín Botánico y de Tabacalera Estudios, también recala con una individual en la Galería Pilar Serra. Respecto a la primera de las muestras hay que precisar que es fruto de la colaboración con una historiadora del arte y arquitecta, Fabiola López Durán, y que aúna investigación académica y producción artística. Pero los orígenes discursivos de la propuesta de Linarejos Moreno apuntan a las ediciones con ilustraciones botánicas de comienzos de siglo pasado, en las que se fusionaban el pulso artístico —y la creatividad y la ficción— y la indagación científica. Sea como fuere, “Tabularia : laboratorios de ciencia e imaginación”, no se limita a advertir sobre las posibilidades plásticas de las formas naturales, que también, sino a subvertir o cuando menos pervertir las nociones de asepsia científica y libertad creativa, para otorgar a sendos lenguajes —el supuestamente científico y el deliberadamente artístico— la eventualidad y congruencia de su mestizaje.


Vista de la exposición en el Pabellón Villanueva del Jardín Botánico  © Marina Fertré

Y quizás sea este mestizaje, que hace posible partir de modelos didácticos botánicos históricos para arribar a mecanismos solteros duchampianos, el que contribuya a que la propuesta constituya una rica confluencia de la fotografía con la pintura, de la escultura con la instalación. Y es que si mezclamos con imaginación y creatividad y con talante riguroso y objetivo —ficción y realidad— los modelos botánicos de Karl Blossfeldt y la supuesta ciencia criminológica de Alphonse Bertillon, es muy posible que devenga una realidad pasmosa y pasmada ante la fantástica percepción de la naturaleza. El resultado de este ayuntamiento es una serie de piezas de gran formato que usurpan soporte y formato a la pintura, siendo fotografías, y que se vinculan al contexto espacial circundante mediante la expansión de su potencial escultórico y objetual, hasta transformarse en una suerte de instalación.

Vista de la exposición en los Estudios de Tabacalera. Foto: WWW

Este es sin duda el dominio más transitado por la artista, no en vano lleva más de una década trabajando en torno a espacios muy significados en origen y función, pero que precisamente por perder esta última devienen de manera irremediable en ruina. Y es “la construcción de una ruina” el epígrafe y la espina dorsal de su intervención en los Estudios de Tabacalera, en los que vuelve a revisitar y a problematizar la relación, el lugar común que la modernidad atribuye a la ciencia y la razón, la verdad y la realidad, y por otra parte a la ficción y la imaginación y el arte y la creatividad. Y es este falso paradigma sostenido por la modernidad al que remite la serie de fotografías e intervenciones que la artista despliega en las dependencias desafectadas del uso original (estancias, servicios y lavabos) del edificio de la antigua fábrica de tabacos de Madrid. Y lo hace postulando la necesidad de replantearnos esa relación dual puesta en entredicho y que en el contexto específico de la ruina como escenario, de lo decrépito como telón de fondo, como perspectiva de la imaginación (Georg Simmel) alumbra horizontes retrofuturistas y ciega utopías liberadoras. Todo es una densa sopa de memoria en la que el azar y la fragilidad custodian el porvenir.

Tabularia. Laboratorios de ciencia e imaginación 
Real Jardín Botánico 
Clausura: 28 de agosto 

La construcción de una ruina 
Tabacalera Estudios 
Clausura: 28 de agosto 

Write, write, write in order… 
Galería Pilar Serra 
Clausura : 22 de julio

http://www.linarejos.com/ 
http://www.phe.es/ 
http://www.rjb.csic.es/jardinbotanico/jardin/
http://www.phe.es/es/phe/exposiciones/1/seccion_oficial/sede/90/estudios_tabacalera_promocion_del_arte 
http://pilarserra.com/es/ 


PhotoEspaña (y 3) Hiroshi Sugimoto, la fotografía como vanitas

$
0
0
El Capitan, Hollywood, 1993. Impresión a la gelatina de plata. 119.5 X 149 cm © Hiroshi Sugimoto

A. L. Pérez Villén / Ars Operandi 

Black Box de Hiroshi Sugimoto es sin duda uno de los platos fuertes de esta edición de PhotoEspaña 2016. Y lo es de la mano de la Fundación Mapfre, como no podía ser de otra manera, máxime teniendo en cuenta la apuesta continua por la fotografía —desde la coherencia y el rigor— y muy especialmente con la vigencia desde hace unas décadas de la sostenida contemporaneidad del medio. Y para muestra un botón: la exposición de Sugimoto (Tokio, 1948) es sintomática, ya que se trata de uno de los artistas actuales que mejor desempeña la valencia contemporánea de la fotografía, gracias a la defensa de la faceta conceptual de una práctica, que en su caso viene desarrollando desde hace varias décadas y como tal está presente en las colecciones de, entre otros museos y centros de arte, el Metropolitan Museum y el Museum of Modern Art de Nueva York, el Smithsonian de Washington o la National Gallery y la Tate Gallery de Londres. Se muestran unas 40 piezas de gran formato que pertenecen a la producción de los últimos cuarenta años del artista japonés, organizadas en torno a cinco de sus célebres series: Cines, Campos de relámpagos, Dioramas, Retratos y Paisajes marinos. Todas ellas se realizan mediante técnicas analógicas muy exigentes que supervisa directamente el artista, que se niega a abandonar los rudimentos y la magia artesanal de la fotografía tradicional.

Campos de relámpagos 119, 2009.Impresión a la gelatina de plata. 149 x 119.4 cm © Hiroshi Sugimoto

Cines es una serie inconclusa, iniciada hace unos cuarenta años, que nos muestra el escenario de la representación desierto. Pantallas de cines captadas con la luz exclusiva que se desprende de la proyección de la película. Una suerte de acción fotográfica que documenta en luminosidad la duración (el tiempo) habitando un espacio determinado. Las exposiciones tan dilatadas y el encuadre frontal, así como los grandes formatos habituales en su producción— hacen de esta serie un elemento clave de esta propuesta que se nos antoja una alegoría de la vanitas contemporánea. Más espectacular si cabe y valga la redundancia por la referencia cinematográfica y ahora por la iluminación de la sala, aún más tenue es la serie sobre Campos de relámpagos, iniciada hace una década. En este caso no se trata de largas exposiciones sino de ausencia de cámara. La tempestuosidad de los fenómenos naturales se combina a la perfección con las técnicas de Sugimoto, que parece remitirnos a la época en que la experimentación fotográfica de los inicios del medio corre paralela a la de la ciencia, componiendo escenografías abstractas que, no obstante, documentan hechos tangibles y naturales: relámpagos en la noche.

Aves de Georgia del Sur, 1994. Impresión a la gelatina de plata. 119.5 x 185.5 cm © Hiroshi Sugimoto

Sin embargo son sus Dioramas (1976-2012) los registros más conocidos del artista. En estas composiciones escenifica tableaux vivants de paisajes prehistóricos, similares a los que se muestran en algunos museos de ciencias naturales. Aquí la fotografía da una vuelta de tuerca a una de las esencias que la mantuvo en su identidad como medio a comienzos de la pasada centuria : el carácter testimonial, indicial de la fotografía, que atestigua mediante su concurso documental la veracidad de lo representado. Desde este punto de vista los Dioramas de Sugimoto son la prueba palpable de ese deslizamiento de la fotografía como práctica documental a ejercicio artístico. Y el mérito de Sugimoto que aquí en España desempeña desde hace décadas Joan Fontcuberta es validar la fotografía como caja de resonancia de una construcción plástica, que emplea los ardides de la disciplina para socavarlos desde dentro y anunciar la fortaleza reconquistada: la creación de realidad. “No importa cuán falso sea el tema, una vez fotografiado es como si fuese real”, nos advierte el artista. Así nos lo parecen los cérvidos, lobos esteparios, pingüinos y aves carroñeras que pueblan estos paisajes.

Catalina de Aragón, 1999. Impresión a la gelatina de plata. 93.7 x 74.9 cm © Hiroshi Sugimoto

La serie de Retratos de personalidades y personajes históricos del siglo pasado, realizada a partir de minuciosos ensayos y tomas de los modelos de los museos de cera (se menciona en especial el de Madame Tussauds) no logran un efecto similar a los paisajes abiertos de los Dioramas. Por el contrario, lo que se hace patente y casi morbosamente lapidaria es la condición de vanitas neobarroca de estos retratos, representaciones pulcras de la muerte viva, especialmente intensa en el caso de las siete esposas de Enrique VIII. Los Paisajes marinos, iniciados hace varias décadas, también son referencia obligada en la producción de Sugimoto. A mitad de camino entre la figuración y la abstracción como sucede con los Campos de relámpagos— estos espacios abiertos, unos concisos y otros brumosos, representan el ideal romántico del paisaje y en contraste defienden su identidad manifiesta mediante títulos que los vinculan a enclaves concretos. Una licencia, de nuevo evidenciando la contradicción tradicional del medio, que confirma su apuesta conceptual.

Hiroshi Sugimoto. 
Black Box 
Fundación Mapfre. 
Sala de exposiciones Recoletos 
Clausura: 25 de septiembre

Mi casa es su casa, Kandor 13 en Centro de arte Pepe Espaliú

$
0
0
Andrea Galvani ©2015 The End (Action#1), instalation and performance detail at Art in General, New York. Courtesy of the artist and Art in General, NYC. Photo: Charles Benton 

Redacción / Ars Operandi

Quince artistas de diferentes nacionalidades presentan, a partir del próximo 22 de septiembre, la muestra titulada "Mi casa es su casa". Moderno, El Arte De Vivir. Desde Josef Albers a Cecilia Vicuña, un proyecto comisariado por la plataforma cultural Kandor 13 surgido a partir de la estancia por tres semanas de los artistas de Kandor 13 (K13) en La Fragua, en Belalcázar. "Mi casa es su casa"es, en palabras de los artistas del proyecto Catherine Czacki y Pablo Jansana, una muestra que “tiene como eje central indagar la hospitalidad entre espacios y agentes de diferentes latitudes como una forma de producción centrada en la apropiación y el intercambio. Una cuestión de autoría; derechos de propiedad internacional y ley de derechos de autor, que se materializa en objetos y dinámicas sociales que existen en una red de influencias transculturales”.

Para el desarrollo conceptual del proyecto, Kandor 13 se sirve de dos obras que trazan un espectro temporal entre ambas: en primer lugar la silla-butaca diseñada por Clara Porset (1895-1981), diseñadora cubana que fue alumna de Albers en la Black Mountain College y que, en la estela de Anni Albers, utilizó materiales y referencias provenientes de la cultura nativa americana para sus diseños, así como el funcionalismo ergonómico de Josef Albers aplicado al mobiliario. La silla fue originalmente expuesta en 1952 en el Palacio de Bellas Artes de México como parte de una exposición organizada por Porset que unía el diseño moderno con la tradición amerindia, titulada muy elocuentemente El arte en la vida diaria. Exposición de objetos de buen diseño hechos en México. La pieza fue producida industrialmente en 1957, cinco años después de su diseño, para complementar los proyectos del arquitecto mexicano Luis Barragán (1902-1988), referente de la arquitectura moderna en su país, y, para completar este reflujo de apropiaciones e influencias, fue también revisada por Josef Albers y se conserva expuesta su propia versión en The Josef & Anni Albers Foundation, en Bethany, Connecticut.

Una vista de la instalación de Clara Porset en la muestra El arte en la vida diaria. Exposición de objetos de buen diseño hechos en México, Palacio de Bellas Artes, México, 1952

La segunda obra es la pieza titulada Leonora Carrington y el viento de los muertos de la artista chilena Cecilia Vicuña. En el video, producido específicamente para esta muestra, Vicuña cuenta desde el jardín de su casa cómo conoció a la artista surrealista anglo-mexicana Leonora Carrington (1917-2011) quien se convertiría un referente ineludible para sus pinturas. Entre estas dos obras referenciales, los artistas del proyecto Kandor13 han producido obras específicas al tema o bien propusieron diálogos con obras ya realizadas.

El ofrecimiento implícito a compartir que se refleja en el refrán “Mi casa es su casa”, sirve para Kandor 13 para explorar un objetivo común que articula el proyecto: “combinar e incluir artistas con disímiles frecuencias en sus prácticas artísticas”, siendo K13 “un medio a través del cual los artistas pueden experimentar, interferir y ampliar su práctica; libre de las presiones del mercado y su consiguiente aprobación social”. Establecido en 2015, Kandor13 es una plataforma para la producción artística y exhibición, estructurada como un programa de colaboración y trabajo en red que utiliza diferentes espacios para desarrollar diversas prácticas. K13 fomenta la participación crítica y enfoques innovadores, proporcionando una plataforma creativa para la colaboración interdisciplinar entre artistas, curadores y críticos. La muestra "Mi casa es su casa" está organizada colaborativamente por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba,Vimcorsa, La Fragua y CoMbO, y tras su exhibición en Córdoba será expuesta en las salas berlinesas okk/raum29 y Rosalux.

 "Mi casa es su casa". Moderno, El Arte De Vivir. Desde Josef Albers a Cecilia Vicuña
Artistas participantes: Catherine Czacki, Brock Enright, Pablo Jansana, Daria Irincheeva, Andrea Galvani, Cecilia Vicuña, Carolina Saquel, Santiago Reyes Villaveces, Balam Bartolomé, Esperanza Mayobre, Angélica Teuta, Alejandro Almanza Pereda, Felix Lazo, Javier Arce y Lars Laumann

Centro de arte Pepe Espaliú Calle Rey Heredia, 1, 14003, Córdoba 
Horarios de visita: Martes a viernes, 17 a 21 h. 
Sábados, 10 a 14 y 17 a 21 h. 
Domingos y festivos, 10 a 14 h. 
Inauguración jueves 22 de septiembre, 20:30 h. 
Hasta el 18 de diciembre de 2016.

Del plano al espacio. Arte, arquitectura y diseño de Juan Cuenca

$
0
0

Una vista de la exposición. Foto: Pablo Duarte
Sergio R. Arjona / para Ars Operandi

Forma y función fueron los dos pilares básicos en torno a los que Walter Gropius conformó todo el universo creativo, estético y didáctico de la Bauhaus, en un momento en el que el arte ya había agotado todos los cartuchos de la contemplación y la idealización. Esta idea de banalización del genio artístico que hasta el momento había predominado en la conciencia social, configuró un lecho de cultivo sobre el que se desarrollarían todos los grandes hitos de la nueva arquitectura (del movimiento moderno) y el desarrollo del diseño como instrumento creativo al servicio de la sociedad. La búsqueda de la unión entre uso y estética, revolucionó la forma de entender el arte, llevándolo a los hogares y a la esfera pública en un proceso evolutivo que ha llegado prácticamente hasta nuestros días.

Juan Cuenca (Puente Genil, 1934), bien conoce este proceso, no solo como arquitecto de profesión, sometido a la opinión pública, sino como artista y actor fundamental de una corriente que desde Equipo 57, intentó aplicar el diseño al objeto artístico, con el fin de alejarlo de la simbolización fetichista de producción, para acercarlo a la vida cotidiana. A través de su teoría formal y espacial, Equipo 57 pretendía llevar a cabo prácticas sociales que pudieran tener usos enfocados al urbanismo o la construcción. El carácter multidisciplinar de cada uno de sus miembros fue un factor clave en la democratización de los procesos creativos así como en la diversidad funcional que perseguían acaparar con su obra.

Es en esta corriente de mezcolanza creativa y funcional en la que se forma Juan Cuenca, durante los años en los que estudia arquitectura en Madrid, compaginando su carrera con la actividad creativa de Equipo 57, hasta que este se deshace en 1962. No resulta extraño imaginar la riqueza que adquiriría todo su lenguaje arquitectónico, en pleno desarrollo a lo largo de estos años, en los que ya comienza a realizar sus primeros encargos. A pesar de ser arquitecto de profesión, como él mismo afirma, nunca abandonará la creación plástica, a la que acude constantemente con la libertad que aporta la pura reflexión de la forma, alejada de encargos y producciones aceleradas con el objetivo de rellenar espacios expositivos. Del plano al espacio. Arte, arquitectura y diseño de Juan Cuenca, ha sido la oportunidad única de contemplar en un mismo espacio todo el universo creativo que ha desarrollado este arquitecto, artista y diseñador a lo largo de toda su trayectoria. Sin duda ha sido de lo más curioso acudir a una muestra protagonizada por un artista que solo ha realizado una exposición individual a lo largo de su carrera (Freijo Gallery, 2014). La muestra ha realizado un recorrido que va desde sus trabajos de los años setenta hasta los más recientes, de los últimos dos años, acaparando las tres vertientes creativas entorno a las que ha girado su obra: arquitectura, escultura y diseño. Angustias Freijo, galerista y comisaria del proyecto, ha sido la responsable del concepto general de la exposición, para la que ha contado con la colaboración de Jacinta Ortiz, encargada de los proyectos arquitectónicos. A lo largo de las distintas salas que conformaron la muestra, se combinaron proyectos arquitectónicos con obras artísticas y objetos de diseño, ofreciendo una lectura multidisciplinar y muy didáctica.

Obra de Juan Cuenca presente en la exposición. Foto: AO
No cabe duda de que los trabajos de arquitectura y urbanismo han jugado un papel clave dentro de la exposición. A lo largo de ellos se ha podido constatar la importancia que este arquitecto ha tenido en el desarrollo urbano de Córdoba, dirigiendo algunas de las obras de remodelación más importantes que ha sufrido la ciudad en los últimos años como han sido las de la Plaza de la Corredera (1998-2001), el Parque de Miraflores (1998-2003) y todas las del entorno del río y el Puente Romano (2004-2012, Premio Europa Nostra 2014). Fuera de la capital también hay que destacar importantes trabajos públicos como por ejemplo la construcción de la Estación de Autobuses Plaza de Armas, en Sevilla (1988-1992), el polideportivo Juan Carlos I, en Baena (Premio de Arquitectura Félix Hernández del COAC, 1994) o la Ordenación y restauración del recinto del Castillo de Alhorí, en Montilla (2003-2011). También se destacan algunos proyectos a particulares como el del Chalet Valverde (Córdoba, 1979), la Casa Aumente (Córdoba, 1974) o la ya desaparecida tienda Sánchez (1973), también en la capital cordobesa, entre otros.


Una vista de la exposición. Foto: Pablo Duarte
La trayectoria arquitectónica se han visto perfectamente contextualizada con una serie de piezas de diseño que fueron creadas en su momento por el autor para ser empleadas en muchos de sus proyectos, como por ejemplo algunos elementos que actualmente forman parte del mobiliario urbano la zona de la Ribera en la ciudad de Córdoba. De un carácter más experimental son otra serie de piezas en las que el autor ha empleado colores y formas más radicales, dando lugar a objetos más relacionados incluso con su obra escultórica.

Maquetas de Juan Cuenca presentes en la exposición. Foto: AO
Finalmente, en lo referente a la obra escultórica hay que destacar toda una serie de piezas que pudieron contemplarse hace dos años en la individual antes señalada. En estas se produce un interesante proceso de investigación que gira en torno al plano y las posibilidades formales y volumétricas que se pueden extraer de éste a través de la aplicación de giros, tensiones y formas creadas mediante pequeñas incisiones, que al ser presionadas hacia una de sus caras ofrecen juegos de volúmenes.

Una vista de la exposición. Foto: Pablo Duarte
Toda esta variedad objetual ha sido resuelta por una serie de estrategias expositivas que ha unificado cada uno de los elementos. La combinación de estos junto con un óptimo manejo de las unidades expositivas (vitrinas, elementos colgantes, peanas, repisas y mesas) han dado lugar a un proyecto compacto y con un acertado componente didáctico que ha contribuido a poder viajar por los proyectos, ideas, materiales, inquietudes y preocupaciones formales de un artista incansable y un arquitecto que ha sabido luchar contra la imposición de las normas legales a la arquitectura, para crear una obra caracterizada por la personalidad y el sello contemporáneo.

La exposición Del plano al espacio. Arte, arquitectura y diseño de Juan Cuenca
tuvo lugar en la Sala Vimcorsa de Córdoba
de septiembre a noviembre de 2016
Comisaria: Angustias Freijo


Fallece José Duarte, referente en la historia del arte contemporáneo español

$
0
0


Redacción / Ars Operandi

En el día de hoy ha fallecido en su domicilio José Duarte, miembro fundacional de Equipo 57, referente en la historia del arte contemporáneo español y uno de los valores más activos de la plástica cordobesa en el último medio siglo. Nacido en Córdoba en 1928, comenzó su relación con la plástica y el dibujo a través de su padre, ebanista, colaborador profesional con los García Rueda, escultores marmolistas, en cuyo taller de Puerta Nueva ingresó Duarte como aprendiz a fines de la década de los treinta. En los cuarenta, el joven aprendiz compaginó el trabajo de los talleres con la práctica del dibujo, ejercitándose tomando apuntes en los museos de Bellas Artes y Romero de Torres. Ingresó como oyente en la Escuela de Artes y Oficios, en la que forja su amistad con Juan Serrano. En 1944 ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en Sevilla, institución en la que sobresale académicamente, pero en la que no se encuentra a gusto debido a sus criterios artísticos, alejados de las inquietudes de Duarte. Opta por presentarse únicamente a los exámenes a partir de 1946, estableciéndose en Córdoba, donde prosigue su colaboración con los García Rueda y comienza a trabajar con Ruiz Olmos. En 1947 logra un primer premio de pintura en un certamen municipal, y retoma sus cursos oficiales en Santa Isabel. En esta institución finaliza sus estudios en 1949, año en el que forma un primer colectivo artístico con sus compañeros, Grupo 49.

En 1950 realiza su primera exposición individual en la Sala Municipal de Arte de Córdoba, en una muestra donde predominan el retrato y el paisaje. Destinado a Galicia durante el servicio militar, expone dos nuevas individuales en tierras gallegas, en la galería Lino Pérez (La Coruña) y la Sala Municipal de Betanzos. Licenciado en el 51, expone en la colectiva que el Grupo 49 lleva a cabo en el Club La Rábida de Sevilla. Un año después participa en Madrid en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Mientras tanto, ha obtenido la plaza como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba.

En 1954, la llegada de Oteiza para trabajar en el proyecto de la Cámara de Comercio que De La-Hoz estaba llevando a cabo junto a José Mª García de Paredes fomenta la creación de un nuevo grupo artístico que se denominará Grupo Espacio, que forman, además de Duarte, Luis Aguilera Bernier, Francisco Aguilera Amate y Juan Serrano, los cuales colaborarán con De La-Hoz en diversos proyectos del arquitecto. Con los miembros del Grupo Espacio concurre a la Exposición Nacional de Pintura y Escultura que Antonio Povedano, junto a Fernando Carbonell, organizan en el Círculo de la Amistad de Córdoba. Plenamente interesado por la abstracción, asiste en Santander al Congreso Internacional de Arte Abstracto, y viaja con Juan Serrano a Francia, donde se entrevistan con Picasso.

Juan Serrano, Pablo Picasso y José Duarte, Vallauris 1954
Ya en Córdoba de nuevo, Duarte crea la Escuela Experimental de Córdoba junto a varios jóvenes alumnos de la Escuela de Artes y Oficios, realizando algunos trabajos. El grupo, luego denominado Equipo Córdoba, participó posteriormente bajo el magisterio de Duarte en diversas exposiciones colectivas de arte normativo y una individual en la Sala Negra. En 1956 Duarte y Serrano vuelven a París, donde conocen a Agustín Ibarrola (Bilbao, 1930), y a través de éste, a Ángel Duarte (Cáceres, 1930). Para subsistir se dedicaron a la pintura de inmuebles, trabajo éste que favoreció el método de trabajo colectivo que desarrollaron posteriormente. En junio de 1957 José Duarte, Juan Serrano, Agustín Ibarrola y Ángel Duarte expusieron conjuntamente en el café Le Rond Point, publicando con tal motivo un manifiesto conjunto. Entre los visitantes a la exposición se encontraban los artistas Victor Vasarely y Richard Mortensen, quien se acompañaba de la galerista Denise René, en cuya galería expusieron acto seguido. A raíz de la muestra el danés Thorkild Hansen tomó contacto con el grupo, en el que se integró, viajando todos a Córdoba. Nuevos componentes se sumaron: Néstor Basterrechea (Vizcaya, 1924) y Juan Cuenca (Puente Genil, 1934). Aguilera Amate y Aguilera Bernier fueron invitados de nuevo a integrarse para participar en una exposición en la galería madrileña Sala Negra, en la que se mostró la película experimental rodada por el Equipo a base de planos de gouaches previamente pintados, en la que formularon su teoría de la interactividad del espacio plástico. Un viaje a Dinamarca propiciado por Hansen llevó al país nórdico a Aguilera Bernier, Ángel Duarte, Cuenca, Serrano e Ibarrola. Aguilera Amate y Basterrechea abandonaron el grupo. Definitivamente conformado por José Duarte, Juan Serrano, Juan Cuenca, Ángel Duarte y Agustín Ibarrola, el Equipo 57 llevó a cabo en abril de 1959 una exposición en el Club Urbis, en Madrid, muestra que tras ser clausurada por las autoridades, pudo ver su reapertura a los tres días del cierre, gracias a la mediación del crítico Sánchez Camargo.

José Duarte, Néstor Basterrechea, Agustín Ibarrola, Juan Serrano y Thorkild  en Córdoba en el verano del 57.

Tras la exposición, el Equipo marchó a París, comenzando la diáspora de sus miembros, no obstante su compromiso de trabajo conjunto, que seguía operativo En 1961 Duarte compatibiliza las propuestas de Equipo 57 con el trabajo en Estampa Popular, realizando una amplia serie de grabados de temática social. En 1963 ha retomado su colaboración con Serrano y Juan Cuenca trabajando juntos en el diseño de mobiliario. En 1967 realiza su primera individual en la cordobesa Sala Céspedes del Círculo de la Amistad, siendo muy activo durante estos años. En 1972 inicia su colaboración con la galería Ramón Durán de Madrid, sucediéndose las exposiciones tanto individuales como colectivas a lo largo de la década. En los años siguientes su obra abandona el realismo social por una temática más relajada, en la que los paisajes de extrarradio y las campesinas son sustituidos por interiores burgueses. Aborda asimismo el paisaje urbano a mediados de los 80 y se toma un lapso de reflexión hasta finales de la década. Ya en los 90 vuelve de pleno al trabajo sucediéndose las exposiciones en las que participa, mientras que alterna la pintura con eventuales incursiones en el grabado.

Su obra, en continua evolución, se decantó en su última época por la observación de los objetos y la naturaleza muerta, líneas que han estado presentes en sus últimas exposiciones. Su ciudad natal fue el escenario de la retrospectiva Vivir desde las entrañas (2013), donde pudo verse una muestra de la enorme obra que José Duarte dejó en su amplia trayectoria. STTL. 

Cumhur Jay. The Sound And The Fury

$
0
0
Cumhur Jay. Arrangement Of Skin I (2014). Mixed media


José Álvarez / comisario de la exposición 

Life’s but a walking shadow, a poor player 
That struts and frets his hour upon the stage 
And then is heard no more: it is a tale 
Told by an idiot, full of sound and fury, 
Signifying nothing. 
 (Shakespeare. Macbeth, Acto V, Escena V)


La vida, como un cuento, contado por un idiota, lleno de ruido y de furia. El verso que sirvió para que William Faulkner alumbrase una de sus obras referenciales, The Sound And The Fury (1929), se nos presenta como una metáfora de los tiempos actuales. La enorme cantidad de información y de opinión que se genera día a día, amplificada monstruosamente por una Internet que en tiempo real nos muestra cualquier cosa de cualquier lugar y permite a cualquiera disponer de un altavoz desde donde amplificar su ruido y su furia, distorsiona enormemente la necesidad de la pausa y el silencio para el entendimiento de las cosas. El arte, como testigo de su tiempo, refleja de la misma manera un mundo convulso y ruidoso a través de aquellos artistas que ponen sus sentidos alerta a todo lo que les rodea. 

Ejemplo en este punto es Cumhur Jay (1980), formado en Londres, de raíces turcas y residente en Madrid desde 2009, quien compagina su trabajo como músico de éxito (The Zombie Kids, y ahora en solitario con su primer trabajo Dyschronometria, Subterfuge Records, 2016) con la videocreación y la pintura. Su video On & On, realizado con el artista japonés Akihiko Taniguchi ha sido seleccionado recientemente para el ciclo Faut qu'ça bouge 2016 organizado por el Centre Pompidou Paris junto a otros work teams de primera línea como Kanye West/Takashi Murakami, Pharrell Williams/Fantasista Utamaro o The Bluetones/Koji Morimoto. Esta clara referencia anime tiene su correspondencia en el interés que Cumhur Jay muestra por otras manifestaciones de urban art visibles en su obra pictórica.

Cumhur Jay. Clash Of Civilizations III (2014). Mixed media

Más allá de las influencias de históricos como Dubuffet o Basquiat y de actitudes como la gestualidad y acción de De Kooning o Cy Twombly y el mundo sígnico de los informalistas y expresionistas abstractos, que Cumhur Jay asume como sus referentes, existe una personalidad determinada por la actitud del artista que está atento a su entorno vital. Las obras de Jay surgen de forma natural y trascendente como respuesta a los estímulos exteriores con un cierto automatismo inconsciente que está presente en obras como Tiger Woods Is Gay (2015), réplica al sensacionalista bombardeo masivo informativo que relacionó al golfista estadounidense con diversos escándalos sexuales. Otros títulos como Beach Blanket And Babylon (2016), Clash Of Civilizations (2016) o AK47 (2016) surgen asimismo de la observación del mundo y su reflexión. Son capturas de imágenes que Jay traslada a sus cuadros de forma decidida y enérgica. El ruido exterior, la furia de las cosas, lo visible y cercano, está en las pinturas de Cumhur Jay, sinceras y veraces.

Una vista de la exposición The Sound And The Fury en Galerías Cardenal Salazar. Foto: GCS


Cumhur Jay
The Sound And The Fury
Galerías Cardenal Salazar
Plaza Cardenal Salazar, 3
14010 Córdoba
Hasta el 19 de marzo
Comisario: José Álvarez

Pepe Espaliú. Una ceremonia vacía.

$
0
0
Pepe Espaliú. Carrying V, 1992. Colección CAAC. Foto: Cortesía CAAC

Jesús Alcaide / Ars Operandi

1 de diciembre de 1992. El cuerpo enfermo de Pepe Espaliú es transportado en las calles de Madrid dentro de esa acción colectiva llamada Carrying que con el paso de los años se ha convertido en foto fija de las producciones artísticas vinculadas a la unión del binomio arte-sida. Veinticinco años después, la exposición Círculo íntimo. El mundo de Pepe Espaliú ocupa los espacios del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) para presentarnos que como decía en uno de sus escritos, pasaron los días de savia y cristal y hoy, aquí en Córdoba, el cielo se ha vuelto denso como una boca de negras nubes.

Después de exposiciones como la que Juan Vicente Aliaga comisariara en 1993 para el Pabellón Mudéjar de Sevilla, la del 2003 en el MNCARS o la que en 2007 pudimos ver en Vimcorsa con el título Pepe Espaliú desde Córdoba, comisariada por Ángel Luis Pérez Villén y Juan Vicente Aliaga como preámbulo a la apertura del Centro de arte Pepe Espaliú en el 2010, la obra de Espaliú vuelve a convertirse en protagonista de la política cultural contemporánea de la ciudad.

Córdoba, la ciudad de un patio abierto y una mezquita ciega, la de las manos de Romero de Torres y el silencio nocturno de la plaza de Capuchinos, la de ese maravilloso travesti San Rafael del que hablaba en sus escritos y entrevistas y la que no pudo ver el proyecto que tenía planeado para el Patio Morisco del Alcázar de los Reyes Cristianos a causa de su fallecimiento en 1993. Córdoba, esa ciudad que a pesar de que hayan pasado 24 años de su fallecimiento aún sigue sin saber escribir su nombre como se puede ver en el monolito de granito que le dedicaron y que al otro lado del río, en el Parque de Miraflores, más que vergüenza ajena para muchos, produce dolor por recordar proyectos que nunca se hicieron, como aquella muleta que hundida en el agua soportaría el peso del puente romano tal y como vemos en algunos de sus dibujos.

Después de visitar la exposición, de volver a ver sus jaulas, los santos, los carryings, las mudas campanas, los caparazones de tortuga, los nudos y los nidos, no hay imagen que más me inquiete que esa muleta apoyada en el puente. Una muleta que cuida. Una muleta que roza. Una muleta que soporta. Una muleta que vigila.
Pepe Espaliú. S/T (10 piezas), 1989. Colección CAAC. Foto: Cortesía CAAC
 2017. Espaliú. Aquí y ahora. Una trayectoria circular. Si bien se cumplen 25 años del Carrying, también carambolas del destino, hacen que se cumplan en este año, 30 años de la primera exposición de Pepe Espaliú en la Galería La Máquina Española, El recuerdo es traición, año, que a diferencia de ese 1992 que vino marcado por la crisis del SIDA, se desarrolló bajo el signo del éxito y el boom del arte español, apareciendo en los magazines internacionales o en exposiciones como la controvertida Dynamiques et interrogations en el Museo de la Villa de París. El recuerdo es traición, titulaba Espaliú su exposición. Esperamos no traicionar su recuerdo. 

Veinticinco y treinta años que se solapan en un momento y un lugar. Ahora, en el ·C3A, un espacio que en sus recovecos y solapamientos, en ese zoco de oscuridades y luces tenues, dura presencia de hormigón y lucernarios que se abren al cielo, ha provocado que Espaliú se encuentre con algunos de sus fantasmas y referentes. Mariën, Bourgeois, Romero de Torres, Mapplethorpe, Cristino de Vera. 

Entrando a las celdas hexagonales del C3A recuerdo el final de las ceremonías vacías, texto-entrevista colectiva que aparecía en Antes y después del entusiasmo, exposición comisariada por José Luis Brea. Decia Espaliú a propósito de una experiencia en un peep show“había una cámara hexagonal y en cada uno de los lados un punto de mira para cada espectador. En un momento dado, se suponía que tenía que aparecer en el centro una chica y empezar a hacer gesticulaciones al ritmo de una banda sonora de fondo, grabada en play-back. Bueno, pues resulta que la chica no había aparecido y solamente estaba el play-back: y lo curioso es que ya daba igual que apareciera ángel o demonio, había una especie de perfecta sintonía entre las miradas de todos los espectadores, ese centro vacío, ese play-back. Era una especie de artificio tan puro que realmente es que daba igual lo que apareciera..”. Pregunta Brea, ¿la ceremonia vacía?...Responde Pepe; “sí, algo así”. Aquí y ahora. Una ceremonia vacía.

Círculo íntimo: acciones en torno a Espaliú

$
0
0
Miguel Benlloch. Tabakalera. Equipo Re. Anarchivo sida


Jesús Alcaide. Comisario del proyecto 

Cuando se cumplen más de veinte años de su desaparición y en un momento en el que la producción artística e intelectual de Pepe Espaliú (1955-1993) está siendo releída de manera crítica e historiográfica desde otros parámetros diferentes a los que se hizo en los años posteriores a su fallecimiento, desde el C3A y en el contexto de la exposición Círculo íntimo: El mundo de Pepe Espaliú, comisariada por José Miguel G. Cortés e inaugurada el pasado 28 de abril. Si bien la exposición, coproducida entre el IVAM y el C3A se plantea como una exposición retrospectiva sobre el trabajo de Espaliú y las relaciones con algunos de los artistas que influyeron en su trabajo (Bourgeois, Brossa, Mapplethorpe, Mariën), las acciones que aquí se presentan intentan promover la dirección contraria, abordar las formas de influencia y relectura con las que otros artistas contemporáneos se acercan a la obra de Espaliú. 

En este sentido, cuando desde la práctica curatorial nos hemos acercado al territorio de Espaliú, casi siempre lo hemos hecho desde la objetualidad, proponiendo territorios de diálogo y conflicto a través de una serie de elementos estables (obras de arte) que de una u otra manera se relacionaban con la obra del artista cordobés a partir de contextos temáticos (enfermedad, identidad, cuerpo, doble, máscara) que se derivaban de dicha producción. A diferencia de esos proyectos curatoriales he intentado aportar y proponer otra propuesta más interdisciplinar para promover nuevas vías y públicos para el C3A. Cuerpo presente retoma la importancia que el cuerpo tuvo en la obra de Espaliú no sólo de una manera simbólica y metafórica como estaba en las obras de los años ochenta, sino a través de su presencia real, tal y como aparecía en algunas de sus acciones de los años setenta en Barcelona o finalmente en como aparecía en acciones como Carrying o El Nido, en las que el propio cuerpo enfermo del artista era el soporte a partir del cual construir discurso. Así, Miguel Benlloch presentará la pieza De rerum natura. Quien canta su mal espanta, un informe sobre el cuerpo enfermo, una acción sobre la reversibilidad del dolor, el cuerpo enfermo como sinécdoque del mundo dolorido por el capital venenoso, cantar como comunicación, como estado del alma, como desafío a la perfección del cuerpo sano concebido como mercancía. Como escribe Benlloch sobre esta pieza, “el cuerpo enfermo es como todo cuerpo un cuerpo en tránsito, contradictorio, abierto a un nuevo conocimiento de si mismo, de los límites del orden y el desorden vital que estigmatiza y consuela. De rerum natura. Quien canta su mal espanta, también es una acción de agradecimiento a la necesaria sanidad pública que hace posible crear espacios de esperanza frente a la turbia negociación de las multinacionales farmacéuticas. La enfermedad como vida vivida”. Miguel Benlloch es un pionero de la performance y la acción en el territorio español y en el activismo sobre los géneros y las políticas del sida. 

Jinete último reino. Matadero Madrid, junio 2017. Foto: Jorge Mirón

Junto a él, y como cierre de esta doble sesión performativa, Fran MM Cabeza de Vaca y María Salgado preestrenarán la pieza Jinete último reino. Frag.3, nombre de una zona de investigación acerca de la desobediencia interior, el deseo y la represión, de lo que hay que hacerse adentro para decir que sí y que no a la contra de la desproporción de mandatos que nos ordenan. Tal y como escriben María y Fran MM, "Jinete último reino es un concierto lírico y un recital analírico. Una obra audiotextual. Es una proposición de distorsión, desvío y emociones. Aunque existe una primera historia de la desobediencia para oboe y dispositivo electrónico puesta en escena en noviembre de 2013, hemos esperado a enero de 2017 para retomar nuestras preguntas. Este que aquí se presenta es el tercer fragmento de una obra aún por construir y componerse por entero: Frag. 3 habla de la noche de todo tipo, es decir, de allí donde las cosas cambian de forma para por la mañana no volver a ser igual. Jinete no es jinete sino el efecto de la resistencia a la llanura, la experiencia de ganar caber al descomunal mundo que hace por descabernos, nada que dure mucho ni sin pena ni sin riesgo y, no obstante, esperemos que no desaparezca”. La pieza ha sido producida con la colaboración de AZALA Espazioa y Matadero Madrid donde se estrenará próximamente. 

Ambos proyectos forman parte de un proceso más amplio de activación de la obra de Espaliú que lleva por título Cuerpo presente y que será presentado en diferentes espacios del territorio nacional. 

Doble sesión de performance. Acciones en torno a Espaliú 
Miguel Benlloch/ Fran MM. Cabeza de Vaca y María Salgado 
Centro de Creación Contemporánea de Andalucía. C3A 
Sábado 17 de junio, 18:00 h 
 Comisario: Jesús Alcaide

La vida secreta de las plantas

$
0
0
Homo Evolutis (2017). Instalación de Francisco Buenavida. Fotografía: Sole Beurno. Cortesía de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba


José Álvarez
  
La vida secreta de las plantas es el título elegido para esta VI edición del proyecto Páginas de barro, un proyecto establecido con un propósito de investigación y difusión de la cerámica como técnica artística contemporánea, en un plano equivalente a cualquier otra técnica y soporte y que aleja la anticuada concepción de la cerámica como algo exclusivamente utilitario o decorativo. Las sucesivas ediciones de este proyecto, al que la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba viene prestando su apoyo de forma continuada han evidenciado esta realidad mediante la serie de exposiciones que conforman cada una de estas páginas de barro y que arranca en 2008 con la exposición titulada L’altro lato di cosa, del artista italiano Mirco Denicolò.  A esta visión particular del universo creado por Lewis Carroll en Alice in Wonderland sucedió Terra Libris, una muestra que puso de manifiesto las amplias posibilidades de la técnica cerámica en ámbitos generalmente transitados por la pintura, la escultura y la instalación. Los artistas Daniel Caxigueiro, Alberto Hernández y Rafa Pérez se encargaron de hacer visible esta realidad para el público visitante a la Sala Galatea, espacio desde entonces sede del proyecto, que quedó plenamente consolidado ya en su segunda edición.

Para la tercera entrega de esta serie, titulada muy certeramente Palabras, los artistas Alberto Andrés, Antonio I. Gonzalez y Gabriella Sacchi concurrieron en una muestra que puso de manifiesto la viabilidad de la obra de arte como metaforización de la palabra y su capacidad de transmisión del pensamiento. El teórico y crítico Herbert Read consideraba esencial en el arte la acción de mirar. En esta muestra, las palabras escritas, vistas y leídas, completaban el recorrido del acto comunicativo mediante una selección de obras de una excelente calidad y evidente versatilidad. Los tres artistas participantes concurrían en características comunes como su amplia trayectoria artística y su permanente interés por la experimentación tanto en los soportes como en el acabado de las piezas, lo que dio como resultado una muestra poliédrica y perfectamente ensamblada en su diversidad procedimental.

Este in crescendo en la calidad y personalidad de los artistas de Páginas de barro tuvo un nuevo episodio en la IV edición, en la que Hisae Yanase, Toño Pérez y Javier Aguilera agruparon sus propuestas bajo el título Ficciones, aludiendo de este modo al universo de invenciones que conforma la creación artística contemporánea. En esta ocasión, la terna participante no podía patentizar más claramente el interés del ciclo Páginas de barropor mostrar una visión panorámica de la creación cerámica actual. El indiscutible magisterio de Hisae Yanase, siempre sorprendente, junto a un valor plenamente consolidado en la actualidad como es Javier Aguilera y la emergente y espectacular irrupción de Toño Pérez, quien trajo a la escena un más que interesante despliegue de piezas con un carácter organicista. Para la V edición los seleccionados fueron Pilar Bandrés, Xavier Montsalvatje y Supi Hsu, quienes con sus obras dieron contenido al título de la entrega: Paraísos extraños. La capacidad narrativa y evocativa de la figuración se concretó en parte de las creaciones expuestas en Casa Góngora junto a las ilimitadas posibilidades expresivas de las prácticas no referenciales.

Tras este ejercicio de memoria, siempre grato cuando los acontecimientos así lo han sido, abordamos nuestra nueva propuesta: La vida secreta de las plantas, título que nos remite en una primera instancia al exitoso álbum de Stevie Wonder aparecido en 1979 y que sirvió como banda sonora de un documental basado en el libro The Secret Life Of Plants(1973), original de Peter Tomkins y Christopher Bird.

El libro, publicado en la era post-hippie, en los años en que hacía su aparición el movimiento New Age, era una curiosa mezcla de conceptos tomados de la botánica científica, el culto a la naturaleza y cierto misticismo. El texto estaba trufado de delirantes experimentos como el llevado a cabo por Cleve Baxter, un antiguo especialista en interrogatorios de la CIA, quien, en un momento de inspiración, colocó unos sensores en la planta que adornaba su despacho, descubriendo que la planta reaccionaba virulentamente según la lectura del polígrafo a estímulos como el calor y, posteriormente, al sólo hecho de pensar que la planta se quemaba. Maravillado por este descubrimiento, Baxter y sus colaboradores comenzaron a interactuar con plantas de todo tipo mediante nuevas experimentaciones que incluían la “memoria vegetal”. En uno de ellos, descubrieron que una planta, testigo de la muerte de la planta vecina por un pisotón, reaccionaba mediante un aumento en su actividad eléctrica al acercarse el “asesino”. Baxter y su equipo siguieron con sus experimentaciones e incluso se aventuraron a afirmar que las plantas demostraban aversión a la violencia hacia otras especies de seres vivos. El conjunto de sus experimentaciones dio pie a la creación de la llamada Teoría de la percepción primaria, existente en cualquier forma de vida terrestre. La reacción de la comunidad científica no se demoró mucho, oscilando de la indiferencia a la burla. El rechazo fue unánime cuando se intentó utilizar el término “neurobiología vegetal” en un artículo firmado por los científicos Eric D. Brenner, biólogo molecular, Stefano Mancuso, fisiólogo botánico, Elizabeth van Volkenburg, fitobióloga, y František Baluška, biólogo celular. En su artículo sostenían que los comportamientos observados en las plantas no podían explicarse mediante los mecanismos bioquímicos y genéticos conocidos hasta hoy por la ciencia. Según su línea de investigación, las plantas, dado que son capaces de responder a factores ambientales tales como luz, agua, gravedad, temperatura, toxinas, acción de microorganismos o señales químicas de otras plantas entre otras reacciones, podrían tener un sistema de procesamiento de la información equivalente al cerebro, un sistema que procesaría los datos y coordinaría la respuesta de comportamiento.

Michael Pollan, en su artículo titulado Tesis, antítesis y fotosíntesis (2013) reseña un sugerente comentario del antes citado Stefano Mancuso, un verdadero adalid de la teoría de la inteligencia vegetal. Mancuso recordaba un episodio de Star Trek en el que aparece una especie extraterrestre procedente de una dimensión en la que el tiempo avanza de una manera mucho más rápida que en la terrestre. Al observar los alienígenas nuestro comportamiento, la lentitud comparada entre su vida y la nuestra les hace concluir que somos materia inerte y se disponen a utilizarnos como materia prima. Por su parte, los humanos no perciben a estos extraterrestres dado que su velocidad vital es enorme. Establecemos un paralelismo con las plantas: solamente en time lapse podemos observar sus movimientos autónomos y su crecimiento. Para Mancuso, el hecho de ver a las plantas como seres inertes es la causa de su infravaloración.

Alberto Bustos, Ventanas del mismo mundo (2017). Fotografía: Alberto Bustos. Cortesía de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba

Ante tan apasionante tema como es la forma de vida de las plantas, no es de extrañar pues que, el arte, como testigo secular del interés humano por las cosas circundantes, haya encontrado una fuente inagotable de inspiración en el reino vegetal, en las plantas. La representación de éstas vino dada en principio como elemento auxiliar de la botánica, ya que el estudio de las plantas ha estado asociado la mayor parte de la historia a la farmacopea, ya que las plantas eran la única fuente posible para la elaboración de remedios y medicinas prácticamente hasta la edad contemporánea. En su Historia Naturalis Cayo Plinio Segundo Plinio el Viejo dedica diversos libros o capítulos al estudio de la botánica, y cuenta asimismo cómo de realistas fueron las representaciones de plantas y frutas de Zeuxis, que lograban engañar a los pájaros. En el mismo siglo, I de nuestra era, aparece el más famoso tratado de botánica de la Antigüedad, De Materia Medica, del médico y botánico griego Dioscórides. No se conserva ningún ejemplar original, pero los copistas a lo largo de los siglos fueron reproduciendo el texto y se fueron mejorando cada vez más la calidad en la representación de las plantas a través de las sucesivas ediciones de la obra.

El pensamiento medieval se apartó de la Naturaleza en su deseo de la búsqueda de Dios. San Anselmo, padre de la escolástica, escribió a principios del siglo XII que las cosas eran perniciosas en proporción directa a la cantidad de sentidos a los que deleitaban, y, por tanto, la estancia en un jardín era sumamente dañina, ya que se recreaban los sentidos de la vista y el olfato mediante la contemplación de las flores y el goce de sus fragancias.

En época renacentista, el recuperado naturalismo volvió a las artes de la mano de Giotto, buen conocedor de la escena campestre, donde, según la leyenda, se originó su arte. Leonardo en su Trattato della pittura (1651) dedica numerosos estudios a conseguir una correcta representación de las plantas y los árboles, mediante la observación de sus formas, sus colores y cómo la luz incide sobre su apariencia. Durero por su parte es ejemplo de minuciosidad en la representación botánica, evidente en algunas acuarelas conservadas (Gran mata de hierba, 1503, Museo Albertina, Viena) y artistas como Hyeronimus Bosch El Bosco o Jan van Eyck muestran sus dotes de observadores en unas correctísimas representaciones de plantas en obras como El Jardín de las Delicias (ca. 1500, Museo del Prado, Madrid) y La Adoración del Cordero Místico (1432, Catedral de San Bavón, Gante) respectivamente. El manierista Giuseppe Arcimboldo partió del mundo vegetal para crear sus asombrosas figuras antropomorfas tan conocidas y, ya en época barroca, pintores como Tomás Yepes, Juan de Arellano, Gabriel de la Corte o Pedro de Camprobín, por citar solamente a algunos españoles, hicieron de sus representaciones de flores y plantas eje temático de su obra. La relación de artistas que en época contemporánea han prestado atención a las plantas bien por sí mismas bien como parte de un paisaje sería extensísima, baste decir que historiadores como Kenneth Clark han dedicado conferencias y publicaciones sobre el tema y pintores como André Lhote igualmente han teorizado a partir de su experiencia artística sobre la importancia de lo vegetal en el arte. John Ruskin, escritor, crítico de arte y sociólogo británico (1819-1900) dijo: “Si sabes pintar una hoja, sabes pintar el mundo”. Dejamos de lado a los dibujantes botánicos por pura necesidad de espacio: tratar nombres como Basilius Besler, autor de Hortus Eystettensis (1613), Georg Dyonysius Ehret, colaborador de Linneo, Nikolaus Joseph von Jacquin, holandés, el célebre Franz Bauer, austríaco, el valenciano Antonio José de Cavanilles o el gaditano José Celestino Mutis merecerían un tratado aparte.

La vida secreta de las plantas, como queda patente, es una muestra más del interés que nos suscita el reino vegetal, ya como observadores, ya como artistas. Los participantes en esta nueva entrega han partido de su propia observación y experimentación para dar a la luz las interesantes propuestas que conforman esta exposición, a cargo de Rafaela Pareja, Alberto Bustos y Francisco Buenavida.

Rafaela Pareja, Arquitectura del viento (2017). Fotografía: Javier Marina. Cortesía de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba 

Rafaela Pareja (Játiva, 1962), formada en sus inicios en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, fructuosa formación que ha continuado a lo largo de los años hasta ser reconocida como miembro de la Academia Internacional de la Cerámica, ha mostrado su obra en gran número de exposiciones colectivas, ferias y bienales internacionales. Su trabajo surge, según sus palabras “de la observación de la naturaleza”. De entre sus diversas series, todas con un marcado carácter organicista, hemos de señalar Anatomías, Cala2 y Esponjas. Todas tienen en común el interés por las formas que nos remiten al mínimo mundo vegetal: esporas, filamentos, mohos… así como a las diferentes estructuras coralinas y submarinas. Son esculturas en las que sus elementos se unen a modo de incrustaciones como en Anatomías, piezas filamentosas en cerámica blanca donde el juego de luces es fundamental. Cala2 es una serie asimismo evocativa del mundo submarino, en la que la alternancia de huecos en su superficie proyecta sombras alrededor a través de las hendiduras realizadas, en un acabado libre de esmalte, sin engobes ni óxidos. Esponjas, por su parte, es un trabajo con altas dosis de experimentación técnica, un proceso de investigación que conjuga diversos materiales con porcelana, obteniendo como resultado unas piezas engañosas en su aspecto, aparentemente frágiles, pero dotadas de una gran dureza, una investigación en torno a la materia a la que Rafaela Pareja dedica gran parte de su afán creativo.

Por su parte, Alberto Bustos (Valladolid, 1972) miembro asimismo de la Academia Internacional de la Cerámica, llega a la cerámica de una forma casual y se forma como autodidacta hasta que tras numerosos trabajos y experimentaciones descubre en esta práctica artística un camino creativo a seguir. El interés por la naturaleza surge desde su juventud mediante el conocimiento de su entorno, y su concienciación hacia el deterioro del medio natural hace que su obra sea considerada por él mismo como una llamada de atención sobre la degradación medioambiental, dándole “voz” a las plantas por medio de sus esculturas. Sus formas son tomadas de la morfología vegetal, haces de hierba que parecen estar movidas por el viento, plenas de dinamismo. Son piezas de una elaboración minuciosa y delicada que, a su vez, han de realizarse con decisión, puesto que el proceso creativo implica unir una gran cantidad de pequeñas piezas para formar el conjunto. Esto ha de realizarse mientras cada pieza de arcilla está húmeda para poder conseguir un óptimo ensamblaje. Una indecisión, una pérdida de tiempo, arruinaría la pieza completa. Es por esto que Alberto Bustos no deja nada a la improvisación y parte de detallados bocetos para cada una de sus creaciones. Sus relaciones con las formas expresivas posminimalistas son evidentes a partir de la reiteración de elementos que utiliza en sus creaciones los cuales, lejos de la asepsia modular y repetitiva del minimal, establecen una relación emocional con el espectador, tal y como el mismo artista reivindica. Sus obras, plenas de recursos expresivos, conjugan movimiento, texturas, color y una importante presencia del vacío en muchas de ellas, como Geometric dream (2015). Para el taoísta, en el desarrollo lineal del tiempo, el vacío, cada vez que interviene, introduce el movimiento circular que enlaza al sujeto con el espacio originario, tal y como señala François Cheng en su célebre ensayo sobre el arte oriental Vacío y plenitud, conceptos ambos presentes en la sugestiva obra de Alberto Bustos, cuyo punto de partidasu espacio originario, no olvidemoses la misma naturaleza.

A Francisco Buenavida no sería exacto calificarlo como ceramista, ya que la utilización de esta técnica es complementaria a su trabajo multidisciplinar. Su interés no se centra en la experimentación sobre el proceso cerámico y sus posibilidades, vastísimo campo de estudio cuyos brillantes resultados son evidentes en sus compañeros de exposición, sino que la utilización de la cerámica es un resultado selectivo y determinado. Formado en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, tiene una temprana relación con nuestra ciudad como residente en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, en su IV Promoción, desarrollando desde entonces un trabajo que ha ido configurando un discurso con connotaciones autorreferenciales y de identidad sexual.

Desde los 80, tras la crisis social que produjo la aparición del sida, la respuesta al asfixiante clima moralizante imperante tuvo importantes ejemplos en el mundo artístico como el proyecto pionero Silence = Death. Formado por los activistas Avram Finklestein, Brian Howard, Oliver Johnston, Charles Kreloff, Chris Lione, y Jorge Soccaras, una de sus primeras acciones de concienciación fue la edición de un póster en el que aparecía un triángulo rosa sobre fondo negro. El triángulo rosa invertido fue el infamante símbolo que las personas homosexuales habían de llevar en sus uniformes de presos en los campos de concentración nazis. En los 70, el triángulo rosa fue recuperado por activistas gais con el vértice hacia arriba y como símbolo de orgullo sexual, desactivando de este modo su carga despectiva, del mismo modo que, años después, los trabajos de teóricas como Teresa De Lauretis, Judith Butler y Eve Kosofsky Sedgwick dieran pie a la teoría queer, término anglosajón con el significado de “raro”, usado de forma excluyente y ofensiva para designar a las personas no heterosexuales. La utilización del color rosa y del término queer, y más propiamente en castellano “marica”, ha logrado desactivar el carácter peyorativo en ambos, y en Buenavida encontramos numerosos ejemplos de esta actitud, como en su serie objetual Jabones para la lucha (2012), jabones reales en glicerina rosa grabados con términos usados tradicionalmente para refererirse despectivamente a los homosexuales. De este modo, Buenavida subvierte el lenguaje de la misma forma que la utilización del Madelman con delantal y tendiendo la ropa, o en otras actitudes ajenas al inicial propósito del juguete—un estereotipo de la masculinidad—desactiva su carácter originario. En Biografías para una Buena-Vida (2013), aparece el Madelman junto a otras imágenes que combinan ilustraciones de los siglos XVII y XVIII pertenecientes a autores como Hooke o Vimont y que “reflexionan sobre temas universales como la vida y la muerte, la felicidad y el sufrimiento, la emoción y la razón”, en palabras del propio autor.Un garbanzo rosa es el protagonista de su instalación Selección natural (2016), en el que aparece junto a otros 100 garbanzos sin esmaltar. Trasunto del garbanzo negro, el elemento identitario está presente y se reivindica con orgullo. Lejos del activismo panfletario, la obra de Buenavida extrae lo mejor del espectador con sus sutiles subversiones envueltas en un elegante halo de esteticismo.

La vida secreta de las plantas
Sala Galatea (Casa Góngora)
C/ Cabezas 3, Córdoba
Del 16 de junio de 2017 al 23 de julio de 2017
Comisarios: Hisae Yanase y Antonio I. González
Este texto ha sido publicado en el catálogo de la exposición. DESCARGA
                                                                              

Equipo 57 en Córdoba

$
0
0


Aumentamos nuestro catálogo documental de videos relacionados con las artes visuales en Córdoba con una aportación muy especial, la que documenta la exposición "Equipo 57 en Córdoba" celebrada en el Centro de Arte Rafael Botí y comisariada por Ángel Luis Pérez Villén para la Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí. Banda sonora: "Espacio de Espejo" de Tomás Marco.

Fallece el artista Pepe Morales

$
0
0
Pepe Morales en sus estudio de Marbella. Foto: Eduardo Gonzalez Coeto 

Redacción / Ars Operandi 

La comunidad artística recibe hoy con pesar la noticia de la muerte del pintor cordobés Pepe Morales, fallecido en su domicilio de Marbella a la edad de 85 años.

José Morales Tejero nace en Palma del Río (Córdoba). Al estallar la Guerra Civil se traslada con su familia a Sevilla, ciudad en la que comienza su andadura profesional entrando de aprendiz de retocado de fotografía en el taller de Rueda en Sevilla. En 1945, pese a no cumplir la edad reglamentaria, logra matricularse en la Escuela de Artes y Oficios de Capuchinos de Sevilla, escuela a la que asistirá hasta 1948. Un año después ingresa en la de Santa Isabel de Hungría, comenzando de este modo una continuada presencia en exposiciones y certámenes. 

En 1952 funda con otros artistas la “Joven Escuela Sevillana”, grupo artístico promovido por el profesor de la escuela de BB.AA. Miguel Pérez Aguilera, y participa en su primer salón. Asimismo poetas de la revista Guadalquivir y los jóvenes pintores crean la tertulia “Camilla del Guadalquivir”. Este mismo año, Morales obtiene el Premio Real Maestranza en la Exposición de Otoño, así como el premio Federico Torralba de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, que le otorgan tras lograr la Beca de paisaje para la Universidad de Verano de La Rábida (Huelva). Un año después forma parte de la exposición colectiva de alumnos graduados de la Escuela de BB.AA. de Sevilla, muestra que se expone en la sala Municipal de Arte de Córdoba. Participa asimismo en la V Exposición Provincial de Arte y en la de seleccionados para la II Bienal Hispanoamericana de Arte, y gana el Primer Premio en la I Exposición de Pintura del SEU. Al año siguiente, 1954, obtiene el título de Profesor de Dibujo y emprende un viaje por Italia y Francia. Este año la Joven Escuela Sevillana celebra su II Salón, en el que participa Pepe Morales.

José Morales. Testimonio de Carmona, 1974. Óleo sobre lienzo, 116x116 cm. Museo Municipal de Palma del Rio (Córdoba)

1955 es un año en el que el artista, tras finalizar las Milicias Universitarias, viaja por el norte de España pintando paisajes. Su primera individual llega en el año de 1956, en el sevillano Club La Rábida, donde expone las pinturas realizadas en su viaje al norte, muestra que lleva, ampliada, a la sala Municipal de Arte de Córdoba. Decide marchar en 1957 a Inglaterra a ampliar estudios, consiguiendo un contrato laboral en Warrington, adonde se traslada con los también pintores, y miembros de la Joven Escuela Sevillana, Armando del Río y Federico Delgado. 

Expone en Warrington y Altrincham, toma clases en la Saint Martin’s School of Arts y trabaja en la agencia de publicidad Berta Studio, donde su contacto con exiliados españoles supondrá la toma de conciencia política, una constante que le acompañará desde entonces y que dejará su influjo en su expresión artística. Vuelve a Sevilla en 1958, realizando en el Ateneo una rupturista exposición que produce opiniones encontradas en la crítica. Finaliza la década de los 50 instalándose en París, asistiendo a clases de grabado en la École des Beaux- Arts. De vuelta en Sevilla sigue participando en exposiciones y certámenes, y funda, junto a Delgado Montiel, Comas, Armando del Río y Milla el Grupo Itálico, con quienes participa en diversas muestras. 

Al inicio de la década de los 60 Morales se traslada a Córdoba, integrándose a través de Francisco Aguilera Amate en los círculos artísticos e intelectuales de la ciudad. Hasta 1964 sigue el estilo de abstracción y collage que inició a finales de los 50, y comienza sus series de escultopinturas. Forma parte del histórico Salón Córdoba 1964. A partir de 1965 su obra gira hacia el realismo social, cambio que encuentra su mayor expresividad en la llamada época negra iniciada en 1972. En el año 73, tras varios años sin realizar individuales, expone en la Galería Studio 52, para posteriormente hacerlo en Madrid y Valencia. El final de los 70 supone el fin de la época negra; organiza con sus compañeros la Asociación de Artistas Plásticos de Córdoba e inicia una nueva década de mayor luminosidad, que se ha dado en llamar época rosa. Trabaja el óleo, el temple y se inicia en la cerámica. 

José Morales. Serie Encuentros, 2001-2003. Técnica mixta. 

El fallecimiento de su hija Raquel en 1987 supone un nuevo cambio en la obra de Morales, que comienza a integrar textiles en sus creaciones. Durante los 90 sus exposiciones son constantes. Comienza a numerar sus obras sustituyendo con los números el título. Al finalizar la década se interesa por la escultura, realizando su primera exposición de esta disciplina en 1998, en el Colegio de Arquitectos de Córdoba, sin abandonar las muestras pictóricas. A la llegada del nuevo milenio, Morales no cesa en su actividad creativa y es objeto de diversos reconocimientos, como las dos exposiciones retrospectivas del Museu Diocesá de Barcelona y del Musée du Montparnasse en París. En 2015, Córdoba acogió la retrospectiva titulada Pepe Morales. Medio siglo de pintura, una completa muestra que se pudo ver en la Sala Orive y la Casa Góngora de la capital, comisariada por su hijo Félix.  S. T. T. L.

Adiós a Tomás Egea Azcona, artista total

$
0
0
Tomás Egea Azcona, en 2013. Fotografía: Juan Manuel Vacas

Redacción / Ars Operandi

Tristísima noticia es la que la comunidad artística de Córdoba ha recibido hoy, un luctuoso suceso que se une al fallecimiento la semana pasada del artista Pepe Morales. En el día de hoy ha fallecido el pintor, diseñador, dibujante y escultor, artista interdisciplinar, Tomás Egea Azcona, madrileño de nacimiento pero vinculado artística y sentimentalmente a la ciudad de Córdoba desde finales de los años 50. Muy comprometido socialmente, perdió su plaza de profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba por participar en una exposición antifranquista en Italia y fue un férreo defensor de las libertades y la democracia, haciendo carteles como el de la Autonomía de Andalucía y proyectos como Participación y Democracia para la Diputación de Córdoba, como señala Jesús Alcaide, comisario de la exposición dedicada a su figura, programada en la sala Vimcorsa para dentro de unos meses.

Tal y como ha publicado en nota de prensa la Unión de Artistas Visuales de Andalucía (UAVA), "la figura de Tomás Egea resulta imprescindible para conocer el desarrollo de la modernidad en Córdoba; sus colaboraciones con Rafael de La-Hoz o su cercanía con los miembros de Equipo 57 lo sitúan en el epicentro de la vanguardia artística española. Artista versátil, su magisterio alcanzó disciplinas como la pintura, la ilustración, el diseño, la cerámica, la vidriera, los murales o las numerosas intervenciones y proyectos que forman ya parte del patrimonio artístico de la ciudad." Asimismo se señala que "su muerte cobra especial significado en un momento en el que Tomás trabajaba ilusionado en la preparación de la exposición retrospectiva que ultimaba junto a Jesús Alcaide. Una muestra que sin duda servirá de homenaje de la ciudad a un artista fundamental en la historia del arte contemporáneo en Córdoba".

Nacido en Madrid en 1933 y criado en Murcia, Tomás Egea Azcona reside en Córdoba desde 1958, fecha en la que contrae matrimonio con la también artista Lola Valera. Después de estudiar en los Maristas en Murcia y terminar los estudios de Bachillerato, a mediados de los años cincuenta ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, abandonando sus aspiraciones profesionales en la medicina por el mundo del arte, territorio en el que estuvo trabajando desde ese momento. Por esos años comienza a realizar sus primeras ilustraciones para la revista Molinete, de la Institución Teresiana, y años más tarde, de la mano de José María Moreno Galván empezará a trabajar para la revista Blanco y Negro. Desde que en 1958 establece su residencia en Córdoba, entra en contacto con la intelectualidad y los círculos artísticos de la ciudad, relacionándose con los miembros del Equipo 57, Castilla del Pino y Rafael de la-Hoz, con el que establecerá una fructífera relación de colaboraciones.

Mural de Tomás Egea Azcona para el desaparecido Banco Coca en Córdoba. Archivo Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico 


En 1962 se marcha a París junto a su mujer Lola Valera, y allí, además de continuar la relación con los miembros del Equipo 57, publica ilustraciones para el tebeo Bibi Fricotin y la revista Le Rire. De vuelta a Córdoba, en 1964 participa en el Salón Córdoba, presentando una serie de pinturas que en este momento estaban bajo la influencia de cierta figuración crítica, como vemos en obras como el Retrato de Carlos Castilla (1962), Gran Beata (1966) o Los caciques. Junto a su faceta como pintor, desde esta fecha se volcará en la ilustración, y de forma paralela trabajará la cerámica, el pirograbado, la decoración o la vidriera para múltiples proyectos, de los cuales destacan los realizados con Rafael de la-Hoz. Con él, realizo proyectos como la casa que construiría para la familia de Rafael Lovera en la calle Jesús y María (1957-58) para el que realizó varios murales cerámicos, los diez murales cerámicos para la Urbanización Eurosol en Torremolinos (1962), el revestimiento de la escalera principal y paredes interiores del desaparecido Banco Meridional (1964), el revestimiento cerámico de la piscina y el pirograbado en skay para el Hotel Los Gallos (1965), así como el relieve en hormigón y mural pirograbado para el Banco Coca en Valencia (1971),los cuatro murales cerámicos para la Facultad de Medicina de Córdoba (1973-1980) o las intervenciones que realiza en el Palacio de la Merced (1977) entre los que podemos destacar el Mascarón del reloj de sol y el pirograbado sobre cuero plateado para el interior del ascensor del presidente. Una de sus intervenciones más reconocidas es el mural en acero que realizó para la Fachada del Banco Coca (1965) pieza que ha conseguido conservarse e instalarse de nuevo en el Campus de Rabanales y el retablo cerámico de la Iglesia de Miralbaida con su interpretación del Árbol de Jesé, donde el programa iconográfico se presenta casi como si de un comic se tratase. 

Tomás Egea Azcona. Comic (tríptico), 1977. Técnica mixta sobre papel, 30,5x59 cm. (c.u.). Colección del artista

Pero si por algo es reconocido Tomás Egea es por la línea clara de sus ilustraciones, que en la línea de su admirado Saul Steinberg le ha llevado a ilustrar numerosos libros para autores como Carmelo Casaño (Crónicas de anteayer) o Sebastián Cuevas, así como realizar importantes documentos como las viñetas para la conferencia Arquitectura y desarrollo tecnológico realizada por Rafael de la-Hoz en 1978 en México o la imagen gráfica y tipográfica para Bodegas Campos. STTL.


Mis Labores de José Mª García-Parody, puntadas con hilo en el Bellas Artes

$
0
0
José Mª García-Parody, Dunhuan Look 07_Otoño 2016, Técnica mixta, 2017. Foto: C. F.

Cristian Fortunatti / para Ars Operandi 

La supremacía del sustrato y la absoluta desestructuración formal dan forma a una audaz selección de trabajos llevados a cabo por José María García-Parody, y que se abren lugar en la sala de exposiciones número I del Museo de Bellas Artes de Córdoba, bajo el nombre de Mis Labores. Enmarcada dentro de las denominadas “pinturas automáticas”, donde se da rienda suelta al potencial expresivo de la forma y se rezaga cualquier rastro de racionalidad y control sobre la composición, la colección se nos manifiesta bajo la forma de dos series: El Hilo Rojo y Puntadas Sin Hilo. Ambas colecciones se gestan en el marco de una rebeldía contra el patriarcado, aquél que determinará por los años 60 que determinadas tareas debían ser desempeñadas por las mujeres como instructivo para ser la ama de casa perfecta. Acudiendo a su ayuda, sus amigas serían el disparador para la sublimación de una energía creativa que encontraría su materialización en el papel impreso en cuatricromía, el sustrato y lienzo de su caudal artístico. 

El Hilo Rojo consta de una selección de piezas de 20.8 x 29 centímetros, cuyos márgenes de papel blanco delimitan un campo de trabajo central donde las formas se expresan de manera libre y se da rienda suelta al movimiento de la pincelada, imperando los colores fríos sobre un sustrato de tono neutro, se establece un sutil y cuidado equilibrio de tonos y texturas. Se distingue como rasgo distintivo de esta colección un hilo rojo en el extremo superior de las piezas como elemento bisagra entre las piezas y como materialización de la metáfora solapada: la unión perpetua de las piezas en un nexo infinito e inquebrantable. 

José Mª García-Parody. Red String 05_Invierno 2014, técnica mixta, 2017. Foto: C. F.

De similares lecturas compositivas, Puntadas sin Hilos se manifiesta sobre páginas de Silk Road Ketchbook, catálogo bajo la firma de Adolfo Domínguez, donde la acuarela, el acrílico y el lápiz son el vehículo de expresión artística para materializar un compendio de composiciones abstractas, desestructuradas con ausencia absoluta del control del pincel, como proclamación de la libertad creativa de las formas. Esta vez, el hilo rojo cede ante la presencia de su huella, una serie de puntos alineados que hace las veces de hilo conector de las piezas. Ambas colecciones se vinculan por un deseo explícito de libertad expresiva y recato cromático que cede paso a la pincelada impertinente y a las texturas emergentes. En tanto exista potencial creativo, existirán sustratos insospechados… 

José María García-Parody 
Mis Labores 
Sala I, Dibujos y Estampas 
Museo de Bellas Artes de Córdoba
Hasta el 27 de mayo

Yoko Ono, Dinh Q. Lê y SUPERFLEX en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía

$
0
0
Yoko Ono. Árbol de los deseos para la paz (1996-2017), instalación. Foto: J. E.

Jesús España  / para Ars Operandi 

Árbol de los deseos para la paz (1996-2017), es la primera obra que el espectador encuentra de las tres que Yoko Ono (1933) exhibe en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía. Este árbol, un bello olivo, recibe a todos los visitantes del Centro y anima a desear (la paz o cualquier otro suceso que se ansíe ocurra), materializar dicho deseo escrito en un papel y colgarlo en una de las ramas, como una suerte de fruto liviano, a merced de la brisa y las miradas. Ya en el interior del Centro, podemos involucrarnos con las otras dos instalaciones: Para ver el cielo. Versión cordobesa (2015-2017) y Pieza para zurcir en cuatro estaciones (1966-2017). La primera, exclusiva para nuestra ciudad e inédita, además, versión en la geografía europea (existen otras dos en Pekín y Nueva York), insta al visitante a descalzarse y subir por una escalera de caracol de color azul que va mutando al blanco conforme se asciende para que “…el visitante, al subir, vaya experimentando cómo cambia el color y, así, su imaginación, permitiéndole la idea de llegar a ver el cielo, de llegar a ver la luz…”, como ha especificado el experto en Fluxus y colaborador de Ono, John Hendriks, curador en MoMA y co-comisario de la muestra junto a Álvaro R. Fominaya. La segunda instalación dispone de una serie de mesas, completo equipamiento para la costura y una serie de prendas, de diversa naturaleza, a la espera de ser “intervenidas”.  Es esta una característica esencial del trabajo de Yoko Ono: la necesidad de implicación del receptor. 

Yoko Ono. Para ver el cielo. Versión cordobesa (2015-2017). Instalación. Foto: J. E.

La celebérrima artista japonesa, que extrañamente sigue “pagando” el precio de ser la viuda de un hombre “más famoso que Jesucristo”, como demuestran muchos de las tarjetas que se asen a las ramas del Árbol de los deseos, propone desde hace décadas cuando trabajara con John Cage (1912-1992), George Maciunas (1931-1978), Jonas Mekas (1922) o formando parte del movimiento Fluxus un trabajo que se afana en involucrar al espectador en el juego artístico. Una propuesta que cuestiona convenciones, que confía en el poder de la imaginación y que debe ser abordada con implicación, con una activa voluntad, repetimos, por parte del receptor de participar en la correspondiente liturgia (la mera observación supone traicionar un tanto las intenciones de la artista), ya sea deseando con todas nuestras fuerzas, tomando el riesgo de ascender por una escalera sinuosa o zurciendo un jersey hecho jirones, concentrándonos en el hecho de que cualquier de nosotros es capaz de arreglar cualquier cosa.

Ono comparte esta primavera edificio con Dinh Q. Lê (1968). Lê, artista vietnamita afincado en Estados Unidos y que trabaja a caballo entre Ho Chi Minh City y Los Ángeles, sigue una línea de investigación en la fotografía y el video y tiene como parte nuclear de su trabajo el conflicto bélico que aconteció en su de país de origen entre los años 1965 y 1975, esto es, la Guerra Civil y la posterior intervención de fuerzas extranjeras, siendo la más visible, la más importante, la del ejército norteamericano.

Dinh Q. Lê. De padre a hijo. Un ritual de iniciación (2007). Foto: J. E.

Lo castrense, la confrontación entre el mundo civil y el miliar y el helicóptero como elemento simbólico de la reciente mitología vietnamita constituyen la base de las cuatros instalaciones audiovisuales (encuadradas dentro del título Ritual de iniciación) que se muestran: Pishkun Mar de China (2009), una animación digital que encabeza la instalación y que recrea el episodio que el ideario colectivo identifica como el “final oficial” de la Guerra de Vietnam, esto es, el lanzamiento al mar de los helicópteros en los que se evacuó a los últimos miembros de la embajada norteamericana en Saigón; De padre a hijo. Un ritual de iniciación (2007), instalación que confronta dos fragmentos de dos films, Platoon (1986, Oliver Stone) y Apocalypse now (1979, Francis Ford Coppola), protagonizados cada uno por, casualmente, un padre y un hijo, Charlie (1965) y Martin Sheen (1940), ambos en los roles de marines del ejército de Estados Unidos y entre los que Lê logra crear una dialéctica que demuestra lo unívoco (lo unidireccional tanto en lo moral como en lo estético) del discurso hollywoodiense, sobre todo de los setenta a esta parte, en torno a esta contienda y la invisibilidad, la nula integración en el mismo diálogo, del vietnamita (ya sea el soldado o el civil); Los granjeros y los helicópteros (2006), obra documental, instalada en tres pantallas en las que se combinan al unísono imágenes reales de vuelos y actividades del ejército de EEUU durante la guerra y declaraciones de civiles, que sigue el trabajo de Tran Quoc Hai y Le Van Danh a la hora de construir, de forma amateur, un helicóptero en el Vietnam moderno y cuya labor sirve un poco de excusa para reflexionar sobre la visión, en la mayoría de los casos nefasta, que los norvietnamitas veteranos del conflicto bélico tienen del helicóptero, llegando muchos, incluso, a negarse a utilizarlos para el simple transporte; Todo es una recreación (2015) es otra obra documental en la que, en este caso, se entrevista a un aficionado a las recreaciones y a las panoplias bélicas de la Segunda Guerra Mundial en Japón, cuestión controvertida que desata no pocos arduos debates, sobre todo en los países “perdedores” de esta guerra.

Vista de la instalación de SUPERFLEX Cuanto más sabes, mejor decides (The More You Know, The Better Your Decisions). Foto: J. E.

Por otro lado, la convivencia artística en el C3A la cierra el colectivo SUPERFLEX. Surgido en Dinamarca en torno a 1993 y constituido por los artistas Børnstjerne Reuter Christiansen Bor (1969), Jakob Fenger (1968) y Rasmus Nielsen (1969), SUPERFLEX es un grupo-proyecto multidisciplinar, no jerárquico y que trabaja en ámbitos dispares como la música o el diseño. Nos presentan en Córdoba un trabajo con base en el arte relacional que pretende ir más allá de la simple exposición de una problemática social: su objetivo es conseguir activar los resortes, en este caso gracias al arte, que liberen una disputa interna y la reflexión del público (el arte como herramienta de acción). El visitante es recibido por SUPERFLEX con una sucesión de grandes pancartas que recogen los logos de una serie de entidades bancarias que o han quebrado o han tenido que acogerse a diversos “rescates”. Dos colosales pedestales, que recrean las sedes centrales de dos famosos bancos, sirven de macetero a plantas venenosas. Euphoria Now (2015), pieza que parte de los códigos de color del papel moneda para elaborar una recreación pictórica, o Contratos de corrupción (2012), que insta al visitante a establecer un compromiso corrupto, son dos partes de Cuanto más sabes, mejor decides, proyecto que no sólo reflexiona en torno a la naturaleza del poder económico y las instituciones financieras sino que incluye, también, una videoinstalación a doble pantalla en sucesión, Mayotte Unión Europea (2015), que expone un problema migratorio: el de todos los habitantes de las Islas Comores, en el Océano Índico, que, artesanalmente, construyen sus propios barcos y se juegan la vida para conseguir llegar a la isla Mayotte, desde 2011 Provincia Francesa de Ultramar y, de facto, territorio de la Unión Europea.

La visita al C3A ofrece hoy día una curiosa intervención: contratos de soborno, malversación de caudales públicos o tráfico de influencias se alinean en sus muros interiores. Es una cenefa de papel que crece y, en su avance imparable, parece amenazar la integridad del árbol de Ono. Los folios, “legales” (debidamente firmados y sellados), parecen venir no ya a mezclarse sino directamente a sustituir los papeles-deseo del olivo de de los deseos para la paz. 

Yoko Ono 
Para ver el cielo. Versión cordobesa (2015-2017) 
Pieza para zurcir en cuatro estaciones (1966-2017) 
Árbol de los deseos para la paz (1996-2017) 
Instalación a largo plazo
Comisarios: John Hendriks y Álvaro R. Fominaya 
Dinh Q. Lê 
Ritual de iniciación (A rite of Passage) 
Hasta el 20 de mayo 
Comisario: Álvaro R. Fominaya 
SUPERFLEX 
Cuanto más sabes, mejor decides (The More You Know, The Better Your Decisions) 
Hasta el 9 de septiembre 
Comisario: Álvaro R. Fominaya 
Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (Córdoba)

Presente cíclico. Memoria, historia e imagen en la obra de Rafael Jiménez

$
0
0
Rafael Jiménez, San Rafael, 2018


Rafael Sillero / Comisario de la exposición 

Una parte importante de nuestra identidad se construye en relación con la memoria colectiva, una cuestión que ha sido ampliamente reflexionada desde el estudio antropológico. En 1871, Edward Burnett Tylor, en el libro Primitive culture: researches into the development of mythology, philosophy, religion, language, art and custom, ya concebía el hecho cultural como algo adquirido por el hombre como miembro de la sociedad. Más de un siglo después, el antropólogo estadounidense Clifford James Geertz, en La interpretación de las culturas (1973), hace referencia a un “sistema de concepciones expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales la gente se comunica, perpetúa y desarrolla su conocimiento sobre las actitudes hacia la vida”. Y más cercano a nosotros, el antropólogo andaluz Isidoro Moreno, en 2002, definió la cultura como un “conjunto de representaciones colectivas, de cogniciones y valores que orientan los comportamientos y relaciones entre las personas y de estas con el mundo, modelan los sentimientos, están en la base de las expresiones y dotan de significado a la existencia de los individuos y del pueblo que se identifican con ellas”. Como animales sociales que somos, apoyándonos en el discurso aristotélico, mujeres y hombres se construyen culturalmente en un ejercicio de reciprocidad; así pues, estamos enculturados en valores y modelos de nuestro entorno; pero, aunque frecuentemente se haga referencia a la tradición, no se trata de una cuestión de ancestralidad, sino de formas con vigencia hasta el presente. La memoria colectiva comúnmente es celebratoria, ofreciéndose cargada de componente simbólico, encontrando abrigo en fiestas, rituales, costumbres…, además de en las imágenes alusivas, algo particularmente palpable en Andalucía. La exaltación repetida en el tiempo es útil para crear sentimiento de cohesión y pertenencia; pero esta reiteración, con la que a veces se pierde la actitud analítica del hecho en sí, puede llegar a ser socialmente hipnótica. 

En el preámbulo de la Declaración de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2 de noviembre de 2001) se hace referencia a la cultura como “centro de los debates contemporáneos sobre la identidad”, y, dentro de las orientaciones incluidas en el documento, se apuesta por “fomentar el desarrollo de la creatividad contemporánea”. Una creatividad que desde la actividad artística se refrenda en continua variabilidad, como refiere el crítico e historiador Nicolas Bourriaud, en Estética relacional (2004), al definir esta práctica como “un juego donde las formas, las modalidades y las funciones evolucionan según las épocas y los contextos sociales”.

Rafael Jiménez, Virgen, 2018

Llegando hasta nuestros días con pleno vigor, reflexiones sobre la función social de la imagen han ido encontrando acomodo natural en el discurso artístico. Más o menos cercanos a una postura crítica, van presentándose planteamientos que entran de lleno en el torbellino del esto ha sido así toda la vida. Somos hijos, más o menos dóciles, del entorno; y como dijo la artista jiennense Cristina Lucas, a propósito de su vídeo Habla (2008) –en el que destroza a martillazos un moisés hasta quedar exhausta–, nos resulta imposible dejar de lado “la iconografía que comprende nuestro pasado histórico, a pesar de que se pueda destrozar, repensar...”

En esta línea de investigación y trabajo está inmerso Rafael Jiménez (Córdoba, 1989), cuyo discurso apunta más a la pregunta que a la respuesta, en un ejercicio que deliberadamente se mueve más cercano a la honestidad consigo mismo que a la crítica –aunque lo primero pueda propiciar lo segundo–. Rafael, desde el hecho cierto de ser andaluz, es consciente de su entorno; y desde esa posición, sin actitud resignada, trabaja con modelos fácilmente identificables para el espectador.

En sus obras pictóricas, elaboradas con plastilina, Rafael distorsiona imágenes que han adquirido el estatus de intocables e indiscutibles, sin que esto último necesariamente guarde una relación con el valor artístico de la pieza. El potente imaginario venerado, que es acogido más como herencia que como pleitesía, es cuestionado, sabiendo que, en el devenir de los tiempos, el icono puede envejecer o perder la esencia de un hipotético relato original. Sin un posicionamiento reverencial ante la apropiación, el artista consigue alejarse del tópico o de la versión; lo que le permite enfocar –tras un proceso de investigación, asimilación y reflexión sobre la imagen– los aspectos que más le interesan a la hora de matizar y materializar su obra.

Pese a haber cierta negación de la imagen, habría que ser excesivamente melindroso para que las obras de Rafael Jiménez resulten incómodas, pero la simple incitación al cuestionamiento es, a veces, recibida de mala gana. No está entre los objetivos del artista la propuesta de un plan de acción para superar el pasado –aunque la respuesta rupturista sí puede generarse en el espectador–, ni dictaminar sobre la validez del imaginario colectivo.

Rafael Jiménez, Retrato del cardenal Salazar, 2018

Para Un presente por defecto, su primera exposición individual en Córdoba –en las Galerías Cardenal Salazar–, Rafael ha trabajado, entre otros temas, sobre la iconografía del arcángel San Rafael –valiéndose de la obra de Juan de Valdés Leal–. El artista ha indagado en las posibles alteraciones del relato, cómo nos ha llegado el icono que se da por legítimo y en qué contextos tiene o no tiene significación. El posicionamiento, de resultar crítico, lo es con el modelado que ha ido realizando la historia y la memoria colectiva, más que con el icono en sí. En una ciudad donde ha surgido un movimiento tan delirante como No me toques a San Rafael, se puede considerar que el tema a tratar es de alto riesgo –entiéndase el tono–. Pero, en un momento de sosiego –algo tan cordobés–, todos nos podríamos preguntar cuál sería ese San Rafael intocable: el de las apariciones al padre Roelas, en tiempos en los que la peste azotaba la ciudad; el que custodia Córdoba desde triunfos y altares; el esculpido, modelado, tallado o pintado por los artistas, habitualmente con aspecto andrógino; el impasible observador de la doble moral, en el poema lorquiano…

Otra imagen desde la que Rafael ha trabajado ha sido el retrato que José Ignacio de Cobo y Guzmán hizo del cardenal Salazar; una pintura que tutela, desde el descansillo de la escalera de mármol del antiguo hospital, la hoy Facultad de Filosofía y Letras. En este caso, la obra primigenia adquiere contemporaneidad, material y conceptualmente. Rafael ha decidido emplear una imagen muy presente en el mismo espacio expositivo, buscando un diálogo en el que los alumnos del centro también tendrán un papel importante, proponiendo el artista diferentes acciones. De este modo, la reflexión sobre el imaginario se plantea ciertamente colectiva.

Rafael Jiménez
Un presente por defecto
Galerías Cardenal Salazar
Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba
Hasta el 15 de junio
Comisario: Rafael Sillero

Pretextos. Cerámica contemporánea en Sala Galatea

$
0
0
Rafael Jiménez, Las imágenes que nos quedan III, 2018, plastilina sobre tablero

José Álvarez

Es un hecho casi comúnmente aceptado en la historia cultural, que la historia del arte tal y como la hemos venido entendiendo hasta años recientes es, en realidad, una visión moderna que establece que el arte comenzó en la Antigua Grecia y llegó a su perfecta conformación en el Renacimiento. Del mismo modo, la frontera que hay situada entre el arte y la artesanía no es sino el producto de las trascendentales transformaciones sociales que Europa vivió durante el siglo XVIII. Esta línea que se traza de forma imaginaria entre dos actividades creativas trajo como resultado la división hoy superada entre artistas y artesanos; en definitiva, entre un arte culto y un arte popular.

A mediados del siglo XIX, la Revolución Industrial trajo a escena un sinfín de objetos producidos mecánicamente, con diseños funcionales y baratos que causaron disgusto en algunos de los estamentos artísticos británicos, que, no sin un cierto afán elitista, comenzaron a reivindicar la vuelta a los objetos manufacturados de una determinada dimensión estética, que veían perdida. La reivindicación de lo artesanal llega en ese momento a su clímax cuando se publican obras como el Journal of Design and Manufactures que editó Henry Cole desde 1847, The Seven Lamps of Architecture, que publicó John Ruskin en 1847 y, sobre todo, la llegada a la escena artística en 1861 de William Morris cuando funda la empresa Morris, Marshall, Faulkner & Company, conocida generalmente como Morris & Company. Este movimiento, conocido como Art & Crafts, reivindica lo artesanal frente a lo mecánico, lo propio frente a lo foráneo, lo antiguo frente a lo moderno y es, en definitiva, un deseo de vuelta al estado anterior del artesano, que se creía perdido ante el imparable avance del progreso tecnológico. Lo manual adquiere una categoría superior, por su especial fabricación, su unicidad, su elitismo en un mundo de producción seriada. Pero es importante por su reconocimiento a lo artesanal, lo que según Larry Shiner en su ensayo La invención del arte (The Invention of Art, 2001) había sido una fractura artificial.

La artesanía, separada de las bellas artes, sirvió en su momento como materia prima para el apropiacionismo artístico occidental en momentos cruciales para la historia del arte como fue el nacimiento de las vanguardias del siglo XX. Las fuentes fueron las creaciones artesanales de culturas no occidentales, artefactos como máscaras africanas, telas de los nativos americanos, tallas polinésicas, cerámicas precolombinas… Todos estos elementos fueron absorbidos por la vanguardia europea y regurgitados en obras hoy día icónicas de la cultura occidental: cuadros picassianos, esculturas de Giacometti o Brancusi, textiles de Anni Albers, murales mexicanos, indigenismo de Guayasamín, la influencia polinésica en Gauguin, en Nolde… Los estudios culturales al respecto han sido muchos y es referencial sin duda el celebrado texto de Rosalind E. Krauss La originalidad de la vanguardia y otros mitos modernos (The Originality of the Avant-Garde and Other Modernist Myths, 1985). Si a principios del siglo XX la vanguardia reivindica estéticamente las imágenes no occidentales, no había que esperar mucho para que los artistas comenzaran a asimilar los procedimientos artesanales a sus creaciones. En la década de los 50 muchas facultades de bellas artes comenzaron a incorporar a sus planes docentes el estudio de los oficios, por lo que estudiantes de ebanistería, de herrería o de cerámica quedaron influidos por la misma concepción del arte que sus compañeros que cultivaban las disciplinas de pintura y escultura, con lo que el trasvase entre ambas esferas no se hizo esperar.

A fines de los 50, la aparición de los entonces llamados neodadaístas trajo la puesta en escena de artefactos artísticos heteróclitos, construidos con los más diversos materiales, que incluían hierros, maderas, arcillas, telas, papeles, plásticos, entre otras cosas, y que llevó a diversos artistas a cambiar la percepción de cómo y con qué estaban fabricadas las obras de arte. Claire Zeisler (1903-1991), utilizando como procedimiento lo que siempre se llamó «costura», crea unas piezas alargadas, husiformes, a gran escala, mediante el cosido, el anudado o el trenzado de las fibras de lana, algodón, lino u otros materiales textiles. El cambio de nombre es inmediato por el «arte de la fibra». En 1954, Lenore Tawney (1907-2007), en pleno reinado del expresionismo abstracto, irrumpe con unos tapices que combinan lo tradicional con lo experimental, para lo que se sirve de una antigua técnica de tejido de gasa peruana sobre la que incrusta hilos de colores para crear un efecto pictórico. Su forma de tejer se valía de métodos poco ortodoxos, puramente experimentales, por lo que Tawney quedó situada en la línea virtual que separa arte y artesanía y fue rechazada en principio por el mundo del arte, pero medio siglo después se la considera una artista pionera en la transformación de los procesos artesanales al estado artístico. Sheila Hicks (1934) también aporta sus esculturas blandas, sus marañas de hilos, los tapices de lana, y se establecen como antecedentes del femmage, el movimiento artístico que teorizarán dos décadas después Myriam Shapiro (1923-2015) y Melissa Meyer (1946) reivindicando los procesos artesanales asociados tradicionalmente a la actividad de la mujer, como el bordado, el encaje y el patchwork.

En esta misma línea argumental, el grecoamericano Peter Voulkos (1924-2002) comienza a abrir una vía de experimentación dentro del expresionismo abstracto utilizando la cerámica como soporte. Sus obras, agujereadas, con extrañas protuberancias, fracturas, y, en definitiva, una libertad formal nunca asociada a la cerámica, establecía la incompatibilidad del objeto cerámico como objeto utilitario, por lo que hasta entonces era considerado pottery, alfarería, pasó a denominarse escultura cerámica. Poco después, Lucio Fontana hace otra excepcional incursión con sus cerámicas espacialistas. Hablamos de apropiarse de la cerámica como lenguaje expresivo, participando de todo su proceso, y obviamos aquí posiciones más decorativistas como las de Chagall, Miró o Picasso, que se acercan a la cerámica con otro propósito. La evolución de la cerámica desde entonces, inserta plenamente en el lenguaje contemporáneo, escapa por su extensión de este breve introito. 

Esta idea de trasvase y ocupación de un nuevo espacio es la que mueve a la mayoría de los artistas que conforman la VII edición del ciclo Páginas de barro, que en este sentido hemos titulado Pretextos. Se alude así con Pretextos a la cerámica como justificación de unos creadores que han transitado por otras técnicas artísticas y que en esta nueva edición irrumpen en la cerámica con un nuevo ánimo creativo. Junto a ceramistas de consolidada reputación y depurada técnica como Hisae Yanase y Mónica Rivas Lee, comparten materiales y/o procedimientos Nieves Galiot, Jacinto Lara, Miguel A. Moreno y, en otra dimensión, Rafael Jiménez, en una muestra llena de diversidad en los planteamientos, que une cerámica a otras técnicas y que convierte la Sala Galatea en un reflejo del interés actual por la cerámica. Es, en efecto, un interés real y comprobable visible en cualquier feria de arte nacional que nos muestra a artistas tradicionalmente alejados de la técnica cerámica presentar unas obras con el barro como materia prima perfectamente inmersas en su lenguaje formal sea cual sea su habitual procedimiento creativo.

Nieves Galiot, Deriva, 2018, fotografía, hilo, tela bordada, arcilla

Desde los inicios de su carrera artística, Nieves Galiot ha transitado por los amplios registros que dejan la memoria y el tiempo, sirviéndose del dibujo, el grabado y la instalación como principales vehículos creativos, y con una importante presencia de la labor manual; papeles artesanales, cosidos, entretejidos… Elementos escogidos por su vinculación a la identidad femenina, que ha estado presente en numerosas de sus series, como Tú la más bella (2000), Mentiras sobre la cadera (2000), Trátame como una reina (2000) o Lady Shave (2001). Este interés por el pasado vivido, sea propio o ajeno, es recreado por Galiot en otros proyectos como Finis Gloriae Mundi (2004) y su políptico Sit tibi terra levis (2007-2008), que como se trasluce en los títulos, reflexiona sobre la fugacidad en lo que situamos como una vanitas contemporánea. Memoria e identidad son asimismo los temas subyacentes en las obras que Galiot aporta a esta exposición. En Deriva, multitud de personas anónimas, protagonistas de viejas fotografías en sepia, recuerdos perdidos y luego encontrados por la artista en mercadillos y almonedas, establecen una relación entre ellos formando las piezas que conforman la instalación; anudados al hilo de una deriva común, la inexorable a la que el tiempo nos arroja, reaparecen como fantasmas de la historia. Su memoria borrada es ahora rediviva en un lazo común y eterno, el que surge de su transmutación en arte. El registro fetichista que está presente en todo coleccionismo es asimismo visible en la instalación Paseantes, donde un maremágnum de objetos con un mismo sentido evocador conforma un friso de imágenes que provocan en el espectador la curiosidad y la conjetura.

Mónica Rivas Lee, Hojas, 2018, porcelana, hilo de oro, otros materiales

Experiencias vitales son asimismo las obras que anuda Mónica Rivas Lee para Pretextos, que no son tales para esta artista, quien ha hecho de la cerámica su eje creativo, una experiencia vital que traslada a las nuevas generaciones desde su magisterio en la Escuela de Arte. De una delicadeza exquisita, en la que subyace la herencia cultural coreana que Rivas Lee atesora, sus obras poseen la rotundidad de quien trabaja la materia con un conocimiento absoluto a la vez que nos transmite un lenguaje sutil y metafórico. La instalación Hojas se compone de una cascada de hojas de porcelana anudadas con hilo de oro, una lluvia efímera, como el alma de la mayoría de las piezas trabajadas por Rivas Lee para esta muestra. La artista parte de elementos reales—hojas, libros—que son capturados bajo la cerámica y desparecen de su interior por el proceso de cocción. Es el caso de Catálogos, otra de las propuestas que dan unidad al proyecto de la artista. Catálogos son originales publicaciones sobre cerámica, ya desvanecidas por mor del fuego, en cuya nueva apariencia surgen escrituras coreanas, como anclaje a la propia tradición y espiritualidad de la artista. Las hojas reaparecen en la secuencia fotográfica que acompaña el conjunto, mientras que otros objetos orgánicos son envueltos por delicadísimas capas cerámicas que muestran la fragilidad de las cosas y lo evanescente de la memoria. Es una reflexión total, delicada y poética, sobre tan valiosas incógnitas: lo que queda y trasciende, lo que se va y se evapora, se desvanece, como las delgadas, delgadísimas capas de porcelana de Rivas Lee.

Hisae Yanase, Nobusuma (serie Yokai), 2018, cerámica

Hisae Yanase vuelve a Páginas de barro con un tema cercano al que presentó en la IV edición del ciclo, un recuerdo a las viejas leyendas y tradiciones ancestrales pertenecientes a la cultura japonesa, generalmente transmitidas oralmente de generación en generación pero que asimismo han sido compiladas para el público occidental en deliciosos volúmenes como los de Fukuyiro Wakatsuki. En aquella ocasión, los personajes que aparecían como parte de su serie Sanagi, eran unos pequeños personajes denominados chibi, niños traviesos que forman parte de la cultura otaku por su carácter cómico y su imprevisibilidad. Hoy son una sucesión de yokai los que Hisae Yanase trae a Sala Galatea. Los yokai—fantasmas—son parte fundamental de las tradiciones japonesas, e hicieron su aparición en el arte nipón en el siglo XII. La época dorada en la representación de los yokai corresponde al momento culminante del ukiyo-e, la estampa xilográfica japonesa, de influencia decisiva en el arte occidental desde su aparición en Europa a fines del XIX. Ukiyo-e, traducido al castellano por «imágenes de un mundo flotante», es una vasta producción artística de imágenes, esencialmente pintadas o grabadas, que recrea un mundo placentero—flotante— asociado al modo de vida urbano que aparece en el periodo Edo (siglos XVII al XIX) y a una nueva clase social, los chōnin, literalmente «gente de ciudad». Los yokai compartían las preferencias de los coleccionistas de estampas junto a delicados poemas ilustrados (surimono y kyokabon), y temas más prosaicos como los retratos de cortesanas (bijinga), de actores de kabuki (yakusha-e), de escenas de lucha (sumō-e), de flores y pájaros (kachōga) y el delicioso mundo erótico del shunga. Los yokai forman parte de la cultura tradicional y como tales participan en la formación psíquica de la infancia. Representan estados anímicos como el miedo, la ira o el rencor, pero también aparecen con un ánimo humorístico, como el fantasma Nobusuma, que asusta llevando una tela roja para que no invadas su espacio. Es un universo fantasmagórico que Hisae Yanase reproduce en su visión más sentimental. Pequeños seres que aparecen tras los libros, como parte de la vasta literatura nipona al respecto, y que permanecen en la sala alerta para asustar al espectador desprevenido.

Jacinto Lara. Borders, 2018. Instalación. Video de Javier Lara

Otro tipo de fantasmas agitan la conciencia de Jacinto Lara, los que día a día remueven nuestros corazones al comprobar la deshumanización tan lacerante en problemas gravísimamente actuales que Lara representa en su instalación Borders (fronteras). Lara, por el contrario, no tiene fronteras en su quehacer artístico y su carrera profesional pivota en torno a la mayoría de las técnicas, con una predilección expresiva hacia la pintura, el grabado y la escultura, en sus muchas vertientes y apariencias. Transitando ampliamente de la figuración a la abstracción y viceversa, la unión de disciplinas aparece en Borders como una obra conjunta en la que la pieza audiovisual homónima de su hijo Javier Lara es parte fundamental del proceso. Borders es una instalación en la que un enorme caudal pictórico surge de las hojas de un libro. Sus trazos, vigorosamente gestuales y aformalistas, son resueltos con violentos brochazos donde el pigmento son esencialmente arcillas naturales en diversas tonalidades, con la única adición del lapislázuli en la franja superior de tan enorme friso paisajístico. Las alambradas comparten espacio con las tres figuras geométricas de reminiscencias zen—círculo, cuadrado y triángulo—que acompañan al artista regularmente en su imaginario personal. Las figuras han sido realizadas en cerámica rakú y depositadas secuencialmente sobre la cenefa de papel, produciendo una notable quemadura geométrica por cada aplicación, metáfora de las dolorosas intervenciones que con Borders Jacinto Lara denuncia. La pieza de Javier Lara ha captado todo el proceso introspectivo y creativo que ha llevado a cabo el artista en esta espectacular obra, lírica y reivindicativa a partes iguales.

Refiere André Grabar en su fundamental obra Las vías de la creación en la iconografía cristiana (Les voies de la création en iconographie chrétienne, 1979) que, durante la Edad Media, la enseñanza de la religión y los actos de devoción se llevaban a cabo en forma «audio-visual» (el entrecomillado es del autor). La palabra era ciertamente la parte predominante, pero la parte de figuración era considerable y de gran importancia. Los códigos eran naturalmente conocidos por todos los fieles, ya que como Grabar afirma, «la iconografía era un lenguaje, un medio de transmisión de pensamientos y sentimientos, exactamente como la lengua verbal». Tratados sobre este rico lenguaje se escribieron muchos durante los siglos XVI y XVII, en época manierista, a modo de guías de interpretación para literatos y artistas, siendo la más célebre los Emblemas, de Alciato; la Iconologia de Cesare Ripa; Hecatongraphie, de Gilles Carrozet; Emblemes, de Georgette de Montenay; Symbolicarum Questionum, de Achilles Bocchi, o las Empresas espirituales y morales de Juan Francisco de Villava, entre otros. Fueron numerosos los autores que utilizaron estos tratados para exaltar virtudes o denostar defectos, en una rica suerte de equivalencias que en ocasiones sólo estaban al alcance del conocimiento de los más eruditos. El pueblo llano conocía muchas de estas equivalencias visuales y, por ejemplo, era sencillo establecer que un santo, un monarca, un obispo o un eclesiástico en actitud oferente, con un pequeño edificio en las manos, era representado así por su calidad de donante del edificio simbolizado, generalmente iglesias y conventos. Baste recordar la célebre imagen de Enrico Scrovegni ante una reproducción de su capilla en el acto de dación de ésta a los ángeles, en el fresco que pintó Giotto di Bondone en 1302.

Miguel A. Moreno, Ofrendas, 2018, porcelana e impresión 3D

Miguel A. Moreno se vale de estas equivalencias en su serie Ofrendas, una sucesión de maquetas de edificios vinculados al poder como sedes de entidades bancarias, grandes corporaciones, administración de justicia, etc. Son edificios tipo, de arquitectura sin referencias concretas, que juegan un importante papel en las relaciones sociales contemporáneas. Vinculado desde sus inicios al estudio del territorio y su interrelación con la población, en el contexto de la moderna sociedad de consumo, sus proyectos han hecho recurrentemente referencias a estos aspectos, como Elíseos. Paisajes para la felicidad (2006); Dispositivos para territorios de consumo (2006); El paisaje disimulado (2012) o Mecanismos inconscientes del horizonte (2012). Su interés por un arte donde el contexto desempeña un importante papel se acentúa en obras como Cemento sobre roca. Ley de costas (2012), que desembocará en una serie de investigaciones sobre estética relacional. Ofrendas es una serie de seis esculturas cerámicas sin esmaltar con el añadido de sendos edificios realizados por impresión 3D. Situada la serie a la altura adecuada, el espectador puede adoptar la figura del donante, subvirtiendo de este modo la lectura original.

Rafael Jiménez, Las imágenes que nos quedan III, 2018, plastilina sobre tablero

Las imágenes que nos quedan es un proyecto de larga duración iniciado por Rafael Jiménez en 2016 durante la Beca de Residencia PINEA-Línea de Costa (Rota, Cádiz), en el que se explora a través de la creación artística distintos aspectos relacionados con la memoria personal y el territorio, cuestionando y reflexionando a través del imaginario colectivo. Una segunda entrega del proyecto forma parte de la Colección de arte contemporáneo Cervezas Alhambra, desde noviembre de 2017. Jiménez trabaja con imágenes icónicas desde una perspectiva pictórica, por medio de su reproducción en plastilina, manipulada y distorsionada hasta perder la forma original, con un resultado cercano al glitch, pero sin llegar a borrar el rastro en su totalidad. Su amplia producción abarca desde la historia del arte a los medios de comunicación y las imágenes de consumo inmediato, como los selfies, apartado abordado en su reciente exposición Hasta que uno se pierde. Para Pretextos Rafael Jiménez ha diseñado una tercera entrega en que la cerámica se establece como punto de partida para su trabajo pictórico. La obra consiste en 25 soportes en madera de 30 x 30 x 3 cubiertos con plastilina, donde Jiménez reproduce los motivos geométricos tradicionales en la azulejería andaluza, de estética neomudéjar, distorsionados hasta el límite de su identificación. El resultado es un mosaico de imágenes que va desvaneciéndose conforme el espectador se acerca. Es un juego de simulación que establece un más que interesante diálogo entre la cerámica y la pintura abriendo para el artista y nuestro ciclo una nueva vía de investigación formal.

Pretextos
Ciclo Páginas de barro de cerámica contemporánea
Nieves Galiot / Rafael Jiménez  / Jacinto Lara
Miguel A. Moreno / Mónica Rivas Lee / Hisae Yanase
Coordinación: José Álvarez
Sala Galatea (Casa Góngora)
Hasta el 15 de julio

El brillo califal de Villa-Toro

$
0
0
 
Exposición de Antonio Villa-Toro, Memorias de la ciudad brillante. Foto: RS

Rafael Sillero / para Ars Operandi 

Aunque últimamente parezca que siempre fue así, Madinat al-Zahra lleva poco tiempo en el imaginario afectivo de los cordobeses. Desde el mismo momento en el que Abd al-Rahman III se llevó, 8 kilómetros hacia el oeste, corte y lujos, Córdoba miró con cierto recelo a un enclave que nunca hizo suyo. Siendo uno de los mayores conjuntos urbanos construidos de una sola vez, el esplendor de la ciudad brillante fue fugaz, llegando posteriormente el olvido y el saqueo. Córdoba aparenta estado de letargo después de engullir su pasado, una ingesta que también se produce con algunos de sus hijos, como en el caso de Antonio Villa-Toro, que en una entrevista concedida a Gema Genil para el diario Córdoba en 2009, reconocía no poder trabajar en la ciudad cordobesa –“porque me devora”–. Pero desde el amor y el sentimiento de pertenencia que llega con la distancia, Villa-Toro sí ha ido incluyendo entre sus trabajos algunas temáticas esencialmente cordobesas, como ocurrió en la serie Los Omeyas (Palacio de la Merced, 2001).

El relato histórico, con esa necesidad totalitaria de sistematizar los acontecimientos, es creado desde perspectivas e intereses propios de cada época. Conjugando el pasado desde el presente, en este caso bajo pautas creativas, Villa-Toro ofrece una interpretación personal que sugiere esplendor desde el vestigio y la memoria. En la treintena de pinturas que conforman Memorias de la ciudad brillante, ha construido desde los retazos que conformaron un todo, desde lo perdido y posteriormente desenterrado: arabescos, mocárabes, esquematizadas arquitecturas, veladas grafías… Fragmentos que cobran autonomía y nos sumergen en el efímero brillo de un lugar que, en gran parte, está aún por descubrir.

Antonio Villa-Toro, Memorias de la ciudad brillante #19. Foto: RS
La búsqueda de la esencia por medio de las abstracciones es oportuna tanto si miramos los motivos inspiradores como la gestualidad de Villa-Toro; que apunta, con sus matéricas ensoñaciones, hacia un lugar que lo atrapó, como ineludible paso para la serie pictórica resultante, desde su primera visita escolar. De este modo, el diálogo íntimo del artista con Madinat al-Zahra llega a un espectador que se asoma ávido de descubrimiento, de igual manera que el visitante recorre el conjunto arqueológico. Cabe destacar la paleta cromática elegida, acorde también con la temática. En numerosas piezas, predominantes campos en ocres –que pueden recordar a la caliza o a la arena del desierto que Villa-Toro utiliza para crear texturas en algunas de sus obras– se combinan con negros, azules... y potentes rojos, siendo esta una familiar conjunción que podemos ver en las dovelas de los arcos omeyas. 

Memorias de la ciudad brillante es una página más del cuaderno vital de Villa-Toro, del “mosaico que finalmente acabará convirtiéndose en su propio autorretrato”, como señala Jesús Alcaide en el catálogo de la muestra. La exposición ha sido inaugurada unos días después de la declaración de Madinat al-Zahra como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO, pero el artista viene trabajando desde 2012 en esta serie pictórica de grandes formatos, que también será expuesta, entre otros lugares, en Los Ángeles (California, EEUU).

Antonio Villa-Toro (Castro del Río, Córdoba; 1949) comenzó su andadura artística en los años 70 del pasado siglo, exponiendo desde entonces en numerosas galerías y centros de arte españoles y de países como Japón, EEUU, Alemania, Arabia Saudí o Argentina. También ha participado en prestigiosas ferias de arte contemporáneo. Artista multidisciplinar, ha entrado en los campos de la música, el vídeo, el grabado, la escultura y la performance, pero ha sido la pintura su terreno más fértil, pudiéndose definir esta, en líneas generales, dentro de un expresionismo que se ha movido cómodamente entre la figuración y la abstracción. En gran parte de su producción se puede observar el interés multicultural que le ha llevado a conocer numerosos pueblos y antiguas civilizaciones. Frente a lo dogmático y oficialista del mundo del arte, con cierta ironía, ha creado ismos como el pintamonismo o el travespintismo. En los años ochenta estuvo cercano a la movida madrileña, de la que se ha desmarcado en alguna ocasión por considerarla un montaje institucional. Pero, en medio de ese remolino generacional, trabajó en proyectos colectivos con artistas como Fabio McNamara, Paco Clavel o Tino Casal –con los que formó el colectivo Caos–. Sus últimas exposiciones en Córdoba tuvieron lugar en el Palacio de la Merced, la galería Carlos Bermúdez y la Fundación Antonio Gala. Una selección de su obra, con aproximadamente un centenar de piezas, puede ser vista permanentemente en su recién inaugurado museo de Castro del Río, su localidad natal.

Antonio Villa-Toro 
Memorias de la ciudad brillante 
Palacio de la Merced. Galería de Presidencia 
Hasta el 12 de septiembre de 2018

La mirada de Egea Azcona

$
0
0
Boceto de Tomás Egea Azcona para relieve (Banco Coca, Córdoba, 1965)

Jesús España / para Ars Operandi

Se puede ver la huella del Equipo 57 en los murales del Edificio Eurosol de Torremolinos. Hay algo del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín (1919-1999) en su óleo Campesino, de 1963. Se atisba la connivencia de Renato Gutusso (1911-1987) y Fernand Léger (1881-1955) en su Lava más blanco 3 o en el jactancioso y macabro promotor inmobiliario de Ruinasa. Veo un poco de Spirou (ese botones superviviente credo por Robert Velter (1909-1921)) en sus viñetas para las revistas Molinete o BibiFricotin. También hay indicios su admirado Chumy Chúmez (1927-2003), de La Familia Ulises o Los Inventos del TBO, estas dos últimas series surgidas de la revista TBO allá por los años cuarenta en la España de la posguerra, en algunos de sus trabajos. Está, cómo no, la sombra alargada de Pablo Picasso (1881-1973) en el puño que aprieta la flor de El desprendido (1959). Pero, sobre todo, y cómo él mismo afirmó alguna vez, gravita en su ilustración la presencia del rumano-estadounidense (o, quizá, sería más acertado decir rumano-neoyorquino) Saul Steinberg (1913-1999).

Hay mucho, nunca demasiado (lo descrito y cientos de influencias más) en la obra de Tomás Egea (1933-2018) y de todo podemos disfrutar, de ese eclecticismo, de esa habilidad para recoger y crear algo nuevo, en la Sala Vimcorsa de Córdoba hasta el próximo 26 de agosto. Aunque nacido en Madrid, y criado en Murcia, Tomás Egea se relaciona intensamente con Córdoba ya sobre 1958 (se afincará definitivamente en la ciudad en torno a los años ochenta). La vinculación de este artista con la élite intelectual de la ciudad es más que poderosa: cercanos a él eran, amén de los miembros del Equipo 57, Rafael de La-Hoz (1924-2000) —Egea, por poner un ejemplo, “traducirá” al cómic la conferencia del arquitecto “Arquitectura y desarrollo tecnológico” (XIII Congreso Mundial de la U.I.A. –México, 1978)—, o el médico psiquiatra Carlos Castilla del Pino (1922-2009), del que se expone en Vimcorsa un Retrato (1962). Tras otras exposiciones monográficas, realizadas por el Ayuntamiento, de figuras clave como Juan Serrano (1929), José Duarte (1928-2017), Juan Cuenca (1934) o Cristóbal Povedano (1933), la modernidad cordobesa quedaría coja sin la presentación (triste e incompresiblemente, es un desconocido para muchos) al gran público local del artista multidisciplinar Tomás Egea Azcona.

Tomás Egea Azcona, Retrato de Carlos Castilla, 1962

Vimcorsa se preocupa, en esta revisión histórica que pretende “cartografiar la modernidad en Córdoba”, como indica el comisario Jesús Alcaide, en presentar justa y adecuadamente la panoplia de Egea. Esta que iba a ser retrospectiva, en vida, del artista, selecciona obras icónicas y definitorias del autor desde 1957 a 2018: sus óleos, intensamente críticos con la sociedad de su momento, algunos coloridos gouaches sobre cartón, su relación con la arquitectura (no solo colaborando con Rafael de La-Hoz sino con otros muchos arquitectos) a través de maquetas, bocetos de vidrieras y material gráfico de murales en distintos bancos, edificios públicos institucionales y construcciones de una infinidad de ciudades de la geografía española que marcarían, en gran medida, el sentido de una gran parte del desarrollismo estético, asido a la modernidad, del país en los sesenta y setenta y, finalmente, la victoria, en cierto modo, de la ilustración en su imaginario, dotada de una crítica que se vuelve aguda, inteligente y, más que sutil, irreverente por su descarada y descarnada evidencia. Cánon del 75, vitruviano modelo propuesto por Egea Azcona para el “buen proceder” del hombre-mujer que se rebela contra los nuevos aires de la transición, o Sindicato Vertical, orla que muestra la “enorme diversidad estética” (y, por extensión, ética) de los gerifaltes nacional-católicos, son solo dos muestras de esa fina y valiente ironía del artista madrileño-murciano-cordobés, que se servirá, además, del tebeo para contar todo tipo de historias. Nuestra ciudad (1984), La casa de los muchos (1989), Bodegas Campos en la Historia de Córdoba (2001), con textos de Carmelo Casaño Salido (1933), o Historia de Córdoba para niños (2003) son ejemplos de esto último que apuntábamos, de la capacidad, al fin y al cabo, de Tomás Egea para reconocer en el cómic a una herramienta especialmente potente a la hora de unificar criterios y transmitir mensajes ecuménicos.

Tomás Egea Azcona, S/T (El ascensor), S/F
Entre los diseños que Tomás Egea dejó a medio acabar figura uno especialmente interesante: un boceto para un cartel de la Feria de Córdoba de 1984. Una interpretación de este modelo ha sido el cartel oficial de la Feria local en este año 2018. Tras años de controversias, la solución, en el mismísimo año de la muerte del artista, estuvo en, para horror de muchos, mirar atrás. Por suerte para nosotros, cordobeses, encontramos en el pasado una mirada, la de Tomás Egea, que, con toda la humildad del mundo, se propuso, y a todas luces ha conseguido, hace más de treinta años alcanzar la nuestra en el presente. 

Egea Azcona 1933 - 2018 
Sala Vimcorsa, Córdoba 
Hasta el 26 de agosto 
Comisario: Jesús Alcaide

Regina de Miguel, ficción posible, ciencia inadmisible

$
0
0

Regina de Miguel, Soy parte de esta frontera fracturada, exposición en C3A. Foto: Pablo Ballesteros, cortesía Centro de Creación Contemporánea de Andalucía

Jesús España / para Ars Operandi

“Me interesa la simultaneidad de distintos mensajes operando al mismo tiempo, la idea de estrato asociada a la visión y la comprensión; investigar aportando ficciones posibles, lecturas insólitas en contra de las lógicas útiles y encaminadas a cuestionar el propio estatus del conocimiento”. Con esta frase, Regina de Miguel (Málaga, 1977) define muy bien el sentido y dirección de su trabajo.

Residente actualmente en Berlín, en un estudio que ocupa el espacio de la antigua sede principal de la radio de la RDA (paradigma, en curioso contraste con las ideas de la artista, de la defensa a ultranza de una historia estatal infalible y, por supuesto, innegociable) Regina de Miguel se propone subvertir esa idea preconcebida, ese axioma que nos conmina a considerar a la ciencia, a muchas ideas en general, como la nueva verdad revelada. Exponiendo en solitario desde 2008 y con piezas en las colecciones de instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Miguel atesora una gran cultura científica y una elevada formación cinematográfica y literaria. En este sentido, los trabajos de Alain Resnais (1922-2014) o Chris Marker (1921-2012), los filmes de Andréi Tarkovski (1932-1986) o las novelas de Stanislaw Lem (1921-2006), nutren el imaginario personal de una artista que, a la postre, denota en su producción esa visión un tanto más indeterminada, más errabunda y, por qué no, poética que tenía la tradición rusa de ciencia ficción sobre los distintos universos y sus particulares fenomenologías. Nuestro mundo, conocido y ordenado, es escrutado buscando grietas, resquicios, in betweens de los que se pueda extraer una nueva luz que ilumine, que ponga el foco en esos enormes espacios de subjetividad que tanto se afana en ocultar el poder omnímodo y reverenciado de lo académico oficial.

Regina de Miguel, Soy parte de esta frontera fracturada, exposición en C3A. Foto: Pablo Ballesteros, cortesía Centro de Creación Contemporánea de Andalucía

Regina de Miguel exhibe en el C3A, hasta el 13 de enero de 2019, la muestra Soy parte de una frontera fracturada (I´m Part of This Fractured Frontier), que aglutina muchos de esos conceptos de los que hablábamos y que está conformada por cinco instalaciones: V.I.T.R.I.O.L (2018), Nouvelle Science Vague Fiction (2011), Voces de mundos que se desvanecen (2013), Decepción (2017) y Una historia nunca contada desde abajo (2016).

V.I.T.R.I.O.L (visita interiora terrae rectificando invenies ocultum lapidem) fue, en un inicio, una performance concebida en connivencia con la multifacética Lucrecia Dalt. Por unos altavoces incorporados a la instalación oímos las declaraciones que se formularon en dicha actuación, vinculándose estos al ambiente de un laboratorio, evocando la extraña violencia que destila el trabajo aséptico e impersonal de estas salas especiales, alejadas totalmente de la realidad, recreaciones de mundos, por sus condiciones físicas, totalmente artificiales, que no son otra cosa que trasuntos de la arcana, y totalmente desautorizada, alquimia.

Con música de Jonathan Saldanha, Nouvelle Science Vague Fiction (vídeo en HD y animaciones junto a fotografías) se focaliza en interrelacionar la construcción humana y la ecología. Otra vez, la percepción científica, sus escalas universales, no se corresponden con las medidas naturales de la biodiversidad que nos rodea. En los dos canales que componen la instalación se confrontan, por un lado, imágenes del lago esloveno de Cerknica, y su curioso fenómeno de aparición y desaparición del agua a lo largo del año, junto a secuencias filmadas en Holanda, concretamente las antenas ASTRON, que estudian objetos celestes lejanos, y, por otro, una suerte de recreación de escenarios de la nave espacial Solaris que, según era intención del escritor Stanislav Lem en su novela, resultaba ser una representación virtual de la propia Ciencia a base de pequeños fragmentos ordenados caprichosamente.

Regina de Miguel, Soy parte de esta frontera fracturada, exposición en C3A. Foto: Pablo Ballesteros, cortesía Centro de Creación Contemporánea de Andalucía
Voces de mundos que se desvanecen se inspira en los trabajos del divulgador Carl Sagan (1934-1996), concretamente al proyecto que emprendió en los setenta del siglo pasado y que estaba ligado al lanzamiento por parte de la NASA de las sondas exploradoras del espacio Voyager y Pioneer, equipadas con placas y un disco de oro, diseñados por Sagan, que contenían información esencial sobre los humanos y sobre la Tierra, para que pudieran una especie de “manual de instrucciones humano” en caso de que estas fueran halladas por alguna civilización extraterrestre. De Miguel incluye en sus Voces tanto una placa dorada, que calcula lo que tardaron en llegar a ciertos planetas o galaxias determinados eventos humanos (las ondas de radio, por ejemplo, se propagan por el cosmos simplemente con ser emitidas) como una reflexión en torno a un poema de Silvia Plath (1932-1963) que se pregunta sobre sí misma y su lugar en el mundo, trasladando estas preguntas a un alfabeto híbrido de lenguas muertas, vinculado este a su vez a un catálogo de imágenes de galaxias en las que se ha detectado un agujero negro o una estrella muerta.

“Isla Decepción es uno de los lugares más extraños del planeta”, comenta la voz en off del vídeo Decepción. La música de Lucrecia Dalt acompaña este viaje, que tuvo como germen la colaboración de Regina de Miguel con los integrantes del grupo de investigación en astrobiología de la Base Militar de Torrejón de Ardoz, especializado en el estudio de organismos extremófilos. Isla Decepción (cuyo nombre español nace de un fallo de traducción, puesto que debería llamarse, más bien, “Isla Engaño”) es una ínsula antártica que, debido a la presencia de estos organismos que, increíblemente, sobreviven en las condiciones más desfavorables, es vista por los científicos como uno de los lugares análogos terrestres más próximos a Marte. Un monólogo interior, inspirado por este lugar sobrenatural, engañoso, lleno de monstruos antediluvianos pero, lejos de los relatos de fantasía más canónicos, de microscópicos tamaños, divaga en torno a la no presencia de la huella humana en esta porción de tierra alejada de la civilización con palabras que son eco de las reflexiones de Edgar Allan Poe (1809-1949), Julio Verne (1828-1905) o Howard Phillips Lovecraft (1890-1937).

Por último, en la Sala de vídeo del C3A, tras la Escalera para subir al cielo de Córdoba de Yoko Ono, se emite Una historia nunca contada desde abajo. Nos remite a un caso insólito y radical, relacionado con las tecnologías de comunicación, acaecido en el Chile liderado por Salvador Allende (1908-1973), entre 1971 y 1973, frustrado tras el golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet (1915-2006) y cuyo ideólogo era el visionario cibernético Stafford Beer (1926-2002). El Proyecto Cybersyn (o Synco) pretendía “entregar las herramientas de la ciencia al pueblo” o, lo que es lo mismo, un intento de planificación económica controlada en tiempo real gracias a una red de máquinas teletipo que comunicaban a las fábricas con un único centro de cómputo en Santiago de Chile, desde donde se controlaba a las máquinas empleando los principios de la cibernética. Esta historia real sobre una revolucionaria utopía inspira una creación artística que pivota entre el anhelo de comunión práctica y filantrópica entre ciencia y humanidad y la esperanza de una definitiva disolución de la distancia entre ellas, adentrándose, inevitable e igualmente, en las fisuras que esto puede producir.

Regina de Miguel 
Soy parte de esta frontera fracturada
Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, Córdoba
Del 28 de septiembre 2018 hasta el 13 enero 2019 
 
Viewing all 264 articles
Browse latest View live